Jamal y yo en Dahkla, 2018. La llamada es por mi artículo de Ceuta y Melilla (más abajo) le he incitado, no al odio, sino a la controversia y el debate. A ver si sirve de ejemplo.
No es la primera vez que está de acuerdo con cosas mías, de forma crítica, con sus objeciones y aquiescencias, que es cuando realmente algo vale. Mucho más en tiempos dominados por lo folclórico, lo prosaico y la adhesión.
Desde hace años, muchos me tildan de provocador, no siempre en el tono tan edificante de mi querido y admirado Jamal, ocurre que esa posición solo se puede ejercer actualmente desde el campo de la razón. Cuando se hace desde el mismo océano estético moral ¡cuántos esfuerzos de moralizar, cuánto moralizador! puro folclore ¡cómo tantas buenas intenciones en ideas tan romas! no es provocación sino gestualismo payaso, aspavientos de graderío compacto y ronco.
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