jueves, junio 24, 2010

Texto de Manolo Suárez & Reynaldo Posadas

Manolo Suárez y Reynaldo Posadas firman conjuntamente este texto sobre el libro Canarias, diversos nacionalismos, que será presentado los días 2 y 9 de julio en la libreria cafetería Al faro de La Laguna y en la Discoteca El Faro Chill Art de Adeje Costa- Torviscas, a las 20 horas.

José María Lizundia: Merodeador de ultraperiferias

En su larga travesía desde sus originarias posiciones abertzales a José María Lizundia siempre le ha guiado la furia, la fuerza incontenible del converso. Sin embargo, como en el resto de su ya más que respetable obra literaria y ensayística, su lúcida visceralidad se agota en el propio impulso creador entregándonos a cambio una disección metódica del nacionalismo canario en la que sus pretendidos fundamentos son refutados por las únicas vías de la razón y el argumento científico.

Dejando atrás la sociedad cerrada y moralista de su Bilbao natal, en la que el peso de lo colectivo y lo tribal sentaban las bases de un nacionalismo ideológicamente bullente y combativo, el autor se afinca en los años ochenta en las islas asistiendo al tímido nacimiento del nacionalismo canario en un marco que necesariamente habría de segar su desarrollo, un hábitat sorprendente en el que la apertura mental, la sensualidad y el mestizaje contrastaban con una “escasa proclividad al mundo de las ideas”.

Situada la perspectiva, el autor se ocupa inicialmente de las figuras que el nacionalismo canario ha elevado al carácter de fundacionales, resaltando la debilidad de las mismas para validar un discurso nacionalista de masas, tanto por falta de un corpus ideológico estructurado y dispersión de propósitos (caso de Secundino Delgado) como por estar más cerca del regionalismo o de un nacionalismo sentimental que de un auténtico nacionalismo político (Nicolás Estévanez).

Un incisivo análisis del poema “Canarias” de este último desvela la ausencia en el mismo de las notas que definen el mismo concepto de nacionalismo: el pueblo, el volk de los nacionalistas alemanes, no comparece en el paisaje sin figuras del poema, del mismo modo que no están presentes la historia o, significadamente, el mito.

Proyectando esta suma de ausencias del poema hacia el propio nacionalismo canario que lo ha tomado como epítome, se nos presenta un panorama igualmente desértico, en el que en vano buscaremos la tradición, las élites intelectuales, el sustrato ideológico o el factor étnico del lenguaje.

En efecto, el almendro de don Nicolás (“de dulce, fresca e inolvidable sombra”) es una sentida evocación romántica de la tierra perdida sobredimensionada por la distancia pero, en su condición de experiencia íntima, la obra nos demuestra que está más cerca del limonero que maduraba en el huerto de la infancia de Machado que del roble sagrado a cuyo pie el druida convocaba a los espíritus ancestrales.

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Los diversos nacionalismos a los que se refiere el título van desfilando y desvaneciéndose a medida que el foco implacable del autor los revela en su desnuda esencia.

Por un lado comparece el independentismo, tanto la utopía de base étnica de Cubillo como el adecuadamente denominado nacionalismo rentista, gestado en clubs por una clase languideciente y crepuscular que ve la oportunidad de recuperar las antiguas posiciones esta vez desde la orilla opuesta, ambos jugándoselo todo a la carta del colonialismo.

La fuerza coactiva del argumento termina por arrinconar a ese colonialismo anacrónico al que estos movimientos se apuntan con un retraso que el autor califica de conmovedor, no sin antes denunciar la paradójica necesidad del mismo de buscar una legitimidad simbólica en otras entidades superiores (el continente africano, principalmente) lo que, en el fondo, viene a suponer un involuntario reconocimiento de la insuficiencia del marco archipiélagico para fundamentar la identidad nacional soñada.

Por otro lado tenemos al que el autor califica de nacionalismo lucrativo, inventado sobre la marcha por grupos de interés, que tras agotar sus excusas nos muestra simplemente a una oligarquía territorial tratando desesperadamente de perpetuar sus posibilidades de negocio.

Frente a todos ellos, el nacionalismo cultural se antoja como única manifestación plausible del hecho diferencial entendido como forma de ser y estar en el mundo pero sin que el espíritu (en su acepción puramente herderiana) quede encerrado en un corsé político.

Desde su privilegiada posición de peninsular arraigado en las islas, José María Lizundia nos ha entregado una obra que, pese a su brevedad, está llamada a convertirse en referencial. Cualquier estudio serio sobre la materia que pretenda defender tesis contrarias no puede ya eludir su existencia y deberá necesariamente sortear los imponentes obstáculos que esta obra ha plantado en un camino por el que el nacionalismo canario transita afantasmado como un personaje de Pirandello, dolorosamente consciente de su irrealidad.

martes, junio 22, 2010

Saramago, un cristiano irredento

Saramago fue el típico hijo de campesinos lusitanos a quien el peso de la religión le dejará marcas indelebles, al punto de que toda su vida girará en torno a él, de todas formas posibles, sublimación, trasposición, contraidentidentificación, oposición… Pocos autores con esa centralidad del cristianismo a lo largo de su vida.
Las penurias de su vida campesina y el aprovechamiento de la lectura no le lanza a mundos desconocidos, como ocurrió a dos miembros destacados de la cultura islámica, cuya vida infantil discurrió por similares y fatigoso caminos, como fue el caso de Mohamed Mbret o Mohamed Choukry que se entregaron a toda suerte de vicios y transgresiones rotundas en Tánger, buscando valores de vida y culturales extremos y extraños.
Saramago simplemente buscaba mayores coerciones, universos y órdenes cerrados, los dogmas más férreos, angosturas que ofrecieran explicaciones definitivas, y sustituyó a una Iglesia laxa por la iglesia de más rígidos e inapelables dogmas, la que ahora ejercía de cruzados contra el infiel capitalista: el partido más estalinista del occidente europeo, el PC Portugués. Donde ingresa muy tardíamente en 1969 cuando tiene 47 años, ignorando el movimiento de jóvenes revolucionarios que desde Paris a Berkeley condenan el Gulag y el burocratismo opresor del estalinismo. Los jóvenes izquierdistas y libertarios sólo ofrecen fisuras en el orden de los entonces añejos partidos comunistas, mucho más si cabe el portugués de Alvaro Cunhal.
Saramago gusta de los paradigmas que ofrecen las parábolas, quiere moralizar el mundo, y busca siempre a Dios, no soporta su ausencia y toma modelos bíblicos para sus mensajes. Jamás se aparatará un milímetro de la Iglesia de Cristo. En ella todo, a favor o en contra.
A tal punto que su pulsión de Dios, que el Dios retraído, oculto, absconditus, le hace increpar contra él en su evangelio y su Caín, pretendiendo reescribir la historia sagrada como desencanto. Un cristiano ansioso de Dios, a quién éste le ha dado la espalda, lo que resulta intolerable. Es tal su presencia en el cristianismo, en un horizonte agostado por un Dios que no comparece pero que anhela obsesivamente que hasta logra que la Iglesia le de tratamiento de hereje o heterodoxo, lo que es la prueba suprema de la permanencia en ese espacio o territorio, con el carácter más propio de la religión, la obsesión.
Saramago finalmente en sus últimos años busca ya la redención mesiánica en Chiapas o Palestina -modelo locución manifestación, modelo Wyoming y Willy Toledo-, ya es el prístino cristianismo redentor y mesiánico, el que en toda su pureza anhela con fuerza desbordada.
Saramago sin embargo permaneció ciego, mudo y cómplice de todos los crímenes del estalinismo. Ni una palabra de más ni una de menos, nada, silencio sepulcral.
Sobre el pensamiento o una filosofía moral o política no parece que haya escrito absolutamente nada, quizá arengas dictadas al lado de Pilar Bardem. Sí resultó el típico héroe estético de la posmodernidad, con un marco esencial: la Puerta del Sol o la de Alcalá con magafonía. Nada mal para un cristiano sin aliento.

sábado, junio 19, 2010

Saramago, Lanzarote y comunismo

De creer lo que se ha escrito desde Lanzarote especialmente, Saramago habría sido una gran conciencia: crítica, irritada, compasiva y así unas cuantas conciencias más. En las hagiografías vertidas con ocasión del óbito del escritor/conciencia apenas sale su literatura, el mundo de su literatura.
Yo me quedo con El Manual de Pintura y Caligrafía y con Historia del cerco de Lisboa, y dejó de interesarme cuando leí su libro sobre la ceguera.
Este premio nobel de la lengua portuguesa, no creo que tenga un interés comparable a Coetzee, Hellinek, Pahmuk, Müller…. que son premios a universos literarios muy vigorosos y personales y no a lenguas determinadas y a largas trayectorias vitales.
Saramago nace en 1922 y en 1969 ingresa en el partido comunista portugués de Alvaro Cuhnal (al que no se menciona) que viene a ser el Salazar del estalinismo.
Tiene 47 años cuando Saramago ingresa en el PCP, lo que le da mucho mérito, mucho más cuando acaba de comprobar que los estudiantes de 20 años de París, Berkeley, Tokio o Berlín, sólo un año antes, ya han roto todas sus vínculos con las burocracias estalinistas, y nada quieren saber de estados policiales, corrupción y máxima opresión política. Saramago ya observa un olfato notable para el progreso, la historia y la política, pero sobre todo para la crítica.
Hay que recordar que el partido donde ingresa este caballero de 47 años, es el más estalinista de Europa Occidental, cuyo secretario general Cunhal no mantiene relación alguna con los eurocomunistas Carrillo, Marchais y Berlinguer. El apéndice comunista atlántico de la URSS no está para euromunismos mediterráneos. Cunhal y Saramago son hombres silentes ante la dirección de los comunistas soviéticos (herencia del Comintern), silentes con la invasión de Praga, Budapest, Berlínsilentes con el Gulag, que ya entonces se ha descubierto, callados con los procesos de Moscú. Son coetáneos y testigos de todo ello, pero prefieren la ceguera. Saramago a pesar de lo que nos digan desde Lanzarote hoy, es una gran conciencia, sí, pero callada, disciplinada, militante. Una gran conciencia omitida. Es silencio continuado ante la opresión, invasiones, represiones bárbaras e injusticias.
Como se nos dice desde de Lanzarote, Saramago era en los últimos tiempos un comunista libertario, heterodoxo. Con toda seguridad llegó hasta 1990 y caída del telón de acero como comunista estalinista y ortodoxo, y rebasados los 70 años, por el único mérito de la extinción del comunismo portugués, quedó en situación de heterodoxia y libertarismo sobrevenidos, no alcanzados por su desarrollo “crítico” personal. A ver: no quedaba ortodoxia en pie a la que seguir sometido.
Esta gran conciencia, merece que por parte de sus biógrafos, hagiógrafos y compañeros de viaje (Willy Toledo y todos los demás) hagan relación de todos los conflictos y luchas por la libertad, la democracia y la dignidad humana en que intervino el nobel de la lengua portuguesa, en su dilatada vida de estricta observancia crítica. Tal vez la lista de nuevas y más omisiones y silencios cómplices sea interminable, son muchos años de vida. Dónde estaba cuando Serbia o Ruanda, o con los ahorcados gays de Irán, o con todo lo que no sea Chiapas, Porto Alegre, Cuba, Palestina y el Sáhara, alineado con sus compañeros de pensamiento Willy Toledo, Pilar Bardem, Wyoming.
Nuestro autor, tan crítico que no precisa de obra crítica ni pensamiento político, hilvana tan fino -mucho estudio, análisis y elaboración personal detrás- que dijo que los palestinos habían sufrido un genocidio. Aunque ha dicho sutilezas de parecida enjundia y rigor, cuando se refirió al deseado genocidio palestino, le replicó Pilar Rahola, diciendo una obviedad. Que como fabulador literario era excelente pero como hombre político un idiota.
Hizo bien en jubilarse en Lanzarote, en Francia por ejemplo no hubiera tenido especio en el mundo de la cultura, que allí va unido al pensamiento, no a la farándula.
Saramago representa a una generación laica que llevó al máximo su necesidad religiosa de absolutos, en este caso el totalitarismo de izquierdas. Cuando aquellos cayeron, siguieron buscándolos por los que más se podían parecer y prometían.

martes, junio 08, 2010

El juego suicida gay

Fue estremecedor oír a la cantante Soraya Arnela disculparse en el barrio gay de Madrid, Chueca ,por no ser gay. Entre tanto los gay tienen permitido llamarse entre ellos maricona, loca, mariquita etc… Los que no lo sean, mejor se abstengan.
Para mí no son nada importantes, me da igual que sean gays o no lo sean, pero lo que sí sé es que las fiestas del orgullo gay, con su esnobismo, exhibicionismo, estridencia, fatuidad y demás no representan al conjunto de los homosexuales, en absoluto. Tampoco tengo duda de que muchísimos de ellos se avergonzarán por ser tomados de esa forma tan caricaturesca, y artificiosa hasta donde se pueda concebir el término como sinónimo de máxima inautenticidad y falsedad.
En Tel Aviv, una de las capitales gay del mundo, sus banderas, arrumacos tanto masculinos como femeninos están al orden del día, es un espacio absoluto de permisividad, de sociedad tolerante y libre. En Tel Aviv cunde una homosexualidad que no tiene que ver con el barrio de Chueca en nada. Israel tiene una gran ventaja, que allí todos es real.
Los gays de Chueca han vetado a los gays israelíes.
Larga vida os deseo en Turquía o en cualquier país musulmán, el que elijáis.
Estos homosexuales del escaparate y el artificio, que sólo se representan a sí mismos deberían saber ya, que su antisemitismo es radicalmente suicida: cuando caigan los judíos caerán ellos también. Siempre ha sido así y será.

miércoles, junio 02, 2010

Él lleva barba blanca y aspecto de solidario, curtido en “las luchas” con los compañeros del metal. No abomina de los micrófonos. Al lado, el representante de Palestina, no sé sabe de qué facción, si laica o medieval, lamenta la indiferencia del mundo ante el Mal. Los nazis hooligans turcos, la camada fascista ha sido vista en acción en la cubierta del Marvi... testimoniando la vigencia de la horda, siempre al acecho, y eso ha templado los ánimos en la religión del antijudaísmo.
Oh, los activistas, el hijo del del metal viaja con padres y novia, y visita todos años los campos de refugiados de Líbano, el turismo del ideal, para una conferencia de prensa después en el barrio, o en el bar de Paco o Manolo, un mostrarse solidario, buena gente, ejemplarizante. ¿Qué hacen en el Líbano… aprender árabe, estudiar distintas culturas, practicar francés… o fotografiarse? El barrio espera, el mundo espera, quizá fotografiarse. Tal vez diapositivas de refugiados y solidaridad.
El compañero del metal dijo, cuando el hijo culminó sus ideales mediáticos en la flotilla de la escenografía “si eso les hacen a los europeos, que no harán a los palestinos” Confiaba el luchador que ser europeo da seguridad, altura, pasaporte, tal vez privilegios, un luchador comodón, protegido, no puede concebir tener enfrente a su antítesis: a los enemigos de la imagen, la componenda, las vanaglorias gratuitas, la exhibición fácil, el riesgo cero, la vida de pantomimas solidarias de domingo y vacaciones, que es el ejército de Israel.
Y el barbado orgulloso de los réditos vacacionales del Líbano en su hijo, se presentaba como una generación de luchadores, él y su hijo, ojo al parche, no decía que habían sido detenidos conjuntamente en alguna maniobra de alto riesgo contra Aznar, en plena democracia, en la Unión Europea, de eso alardeaba. Heroicos, satisfechos, mostraban currículo de luchadores europeos contra un presidente democrático.
Es la época de las luchas fantasmagóricas contra grandes enemigos inexistentes. Pocas familias acreedores de tanta gloria mediática como los Tapial. Israel es la realidad, por eso me gustan los judíos de Israel tanto, son la antítesis de los Tapial. No sé si uno de estos turistas que nos nutren de ética e imagen es el que desarrolla el activismo escenográfico por Gaza y Venezuela, bastiones de la libertad y órdenes abiertos.
Viéndoles actuar y mostrarse, serán cada vez más quienes entiendan a los judíos, no me cabe la menor duda.
La humanidad es sabia, conserva los registros de la impostura, la afectación, la exhibición, la jactancia boba y la pobreza de espíritu. Repelen.