martes, agosto 31, 2010

El eco dejado hoy por Ernesto Delgado Baudet

En un borde de la calle Heraclio Sánchez, al final y después de Magisterio, hay un parque (que no sé como se llama) con un kiosko. Hace unos pocos años, de visita en casa, nos contó cómo tenía allí un verso, estaba contento. Allí está, sobre hierro.

http://www.diariodeavisos.com/2010/diariodeavisos/content/25130/

http://www.laopinion.es/cultura/2010/08/31/adios-delgado-baudet/301664.html

http://w.eldia.es/2010-08-31/cultura/10-poeta-tinerfeno-Ernesto-Delgado-Baudet-fallecio-fin-semana-isla-natal.htm

http://www.canarias7.es/blogs/bardinia/2010/08/en-la-muerte-de-un-escritor.html

Las entradas habidas a Ernesto


MISA por ERNESTO DELGADO BAUDET

Este sábado 4 de septiembre a las 19:00 horas
Iglesia de San Francisco. Santa Cruz de Tenerife

Quizá reconforte o sirva para mitigar por un breve lapso de tiempo el dolor por la pérdida de Ernesto Delgado Baudet, a familiares y amigos, las entradas que se han producido en este blog con su nombre, es decir queriendo saber de él, buscándole en la red tras su fallecimiento.
Al disponer de contadores puedo saber la gente, el número de personas, que entra al blog, los países de procedencia, la palabra o palabras que las han dirigido al blog, el idioma y sistemas o servidores empleados y poco más.
Normalmente me entran bastantes decenas de personas en visitas individuales, un centenar en páginas vistas (que son las sumas de impresiones), y poco menos de 100 en sesiones. En agosto son siempre más bajas las visitas.
La muerte de Ernesto ha disparado por completo las visitas, como nunca antes se había producido. Ayer lunes, de visitas, que durante el mes de agosto se situaban entre 30 y 50 han pasado a más de 150; en páginas vistas, que andarían ahora por 50 ó 60, han saltado a más de 400, y las sesiones que andaban por 70 o menos, han pasado a 200. Como digo en 24 horas.
A Ernesto se le ha buscado de todas las formas posibles, entrecomillado, como poeta Ernesto D. B., como escritor EDB, EDB Canarias, por lo que desde la Península también le han buscado, también poniendo primero los apellidos y luego el nombre…
Es evidente la repercusión instantánea y masiva que ha tenido su fallecimiento, solo en este blog.
Todas estas personas hemos tenido algo en común, que ha sido pesar y dolor, aunque claro, según el grado del vínculo. Y pérdida. El vacío, la falta, el hueco de Ernesto nadie la va a colmar, siempre quedará, por eso es pérdida porque no hay restitución.
Algo de nuestras vidas también se ha ido y nos quedamos sin otra referencia afectiva existencial. Ernesto descansa para siempre, ahora sí tiene descanso, lo que sirve de consuelo.
El interés de tanta gente, las frases que hemos leído… quizá debiera dar pie a pensar en concentrarnos en algún homenaje mayor del que habíamos hablado, para no dejar fuera a nadie.
Ernesto ha dejado cosas escritas, seguro que muchas y variadas: prosa, que era una nueva tierra de promisión, además muy promisoria y verso, pero supongo que más cosas.
Espero que alguien, familia y amigos, ordene y seleccione la última producción. Esa es la única falta que podemos colmar, y que sería imprescindible realizar.

domingo, agosto 29, 2010

Adios a Ernesto Delgado Baudet

Cuando le conocí a Ernesto, en casa de Carlos Gaviño, tendría 23 años (él), además de un golf, una cartera de clientes, mujer, dos hijos, algún premio de poesía, era considerado como un poeta extraordinario a quien hasta Pérez Minik había ensalzado, y un exquisito conocedor de perfumes y licores. Parecía que fuera amigo de Guy de Maupassant y de Oscar Wilde. Pero esos dos estaban medio refundidos en Gaviño que estaba vivo, por lo que era amigo de éste directamente. Una especie de mentor entonces.
En la casa de Carlos de la calle la Rosa te sentías como en Madrid, Barcelona, París o La Habana y por allí pasaron Modest Cuixart, Antonio Saura, Armas Marcelo, Carles Santos, Nivaria Tejera… De forma que para mi Tenerife era demasiado Europa y demasiado mundo, el desenvolvimiento más natural del cosmopolitismo empírico y con raíces. Gaceta de Arte, la exposición surrealista, las vanguardias todo aquello tenía presencia viva, era historia reversible, actualizable. Nada que ver con el aire que ahora se respira. Los seres individuales y libres eran de verdad cosmopolitas, mundanos, liberales, abiertos, pertenecientes al mundo, transgresores a más no poder, sensuales, cultos, bastante sofisticados, infinitamente hedonistas…
Quienes veníamos de fuera no podíamos evitar ese choque con una novedad y fenómeno tan fuerte.
Allí se leía a Pierre Klossowski, a quien Gaviño había conocido en Paris, se hablaba de la condesa de Noailles, de Sir Roland Penrose y creo que fue Ernesto quien me dejó Bajo el Volcán de Malcom Lowry. Un gurú. Que Gaviño poco después fuera todo de blanco, con pay pay y boquilla como de Lauren Bacall a las presentaciones del Círculo de Bellas Artes era lo más consecuente y discreto.
Ernesto era como hasta el otro día, fino, educado, buen conversador, guapo, culto, inteligente, sensible, con talento, muy hedonista, muy oral y tenía un punto de sofisticación sensualista en materia de perfumes y tejidos que a mí me chocaba. Era un teórico de la cocina de Bocuse y de bebidas, sobre todo licores.
La simpatía y afecto por Ernesto fue inmediato, cuando se separó, se fue una época a casa de Gaviño, y nos veíamos a diario en el Círculo de Bellas Artes, el Botiquín, el bar de Anita Mercury y en casa de Gaviño, había muchos peninsulares, todos huidos y con biografía (demasiados muertos), y muchos italianos (de similar porte). Luego sucedieron los problemas en los trabajos, en los que intervine. Cuando le conocí tan joven y tan provisto de familia y cartera de clientes, y con una vena tan literaria, me pareció que se había saltado entera la juventud. Le empezó a faltar el trabajo y luego el dinero, y no me pareció que estuviera en el empeño de la recuperación de la juventud, sí en todo caso en demolerla.
Ernesto me vendía colecciones de libros y un par de cuadros. Venía a casa y descendía al mundo subterráneo, ctónico. Se fue a vivir al monte, a una casa que fue de su padre, cuando ya acumulaba enfermedades. Luchaba contra el alcohol. Si a alguien he visto que le gustara el alcohol, que lo saborease, que le gustara hablar de él y que lo conociera, era él precisamente. Sentía que no pudiera beber y seguía siendo un placer hablar o estar con él, y me traía sus libros cuando salían.
Una vez obtuvo la invalidez, su vida, lejos ya de grutas oscuras, callejones sin salida, dolor y desolación, se abrió en varios frentes. Se matriculó en Filosofía que ya la estaba terminando. Este año me dijo sonriente: “Es un problema, voy a terminar la carrera y a ver qué hago después”. “Pues no la termines”, le contesté, a la vez que se hizo un activista sobre cuestiones de salud, tratamientos, comisiones bioéticas, lo que le hacía viajar y contactar con grupos de la Península, como organizar actos y jornadas.
En casa nos hablaba con verdadero empuje de esas cuestiones.
El valiosísimo joven poeta, a pesar de los años de dificultades e infortunio, siguió siendo el poeta conocido y respetado por todos. Mantenía una sólida reputación, a pesar del parón en la publicación.
Pero vuelve a la escritura, a la poesía, los suplementos culturales y la narrativa. Vuelve a ser premiado, ahora en relato corto por Caja Canarias en el 2005 con La última argucia del general. El relato no desmerece del título. Ahora tiene ganas de narrativa y me da alguna cosa para que lo lea.
Recopila poesía –una dedicada a mí, por cierto y hoy justamente impagable- en La custodia de cerbero y saca ese libro, que nos quedará para siempre, Visiones de Praga. En él, lo acabo de releer, oiremos a Ernesto para la eternidad, es él quien está en su más pura y profunda esencia: una voz y una visión que son sus modos más propios de ser, aquellas que algunas veces sólo intuíamos. Todo lo demás no son más que aproximaciones y tributo.
Al mediodía he ido a casa de Carlos Gaviño (algo de Gaviño he creído reconocer en Ernesto) y ha aprovechado para llevarle ese libro que Ernesto le había dedicado a Carlos. Se ha emocionado.
Ernesto siempre tan generoso, cuando yo creía que a Miguel Espinosa prácticamente solo lo conocía yo, me regaló un libro de él que había leído hacía años. Cierto que no conocía a Ossip Mandelstam y entonces fui yo quien se lo regaló. Hace poco me llamó para que le leyera algo, y por lo que escribí de su Cuentos de Sania me comentó que nadie le había escrito tan a favor o con tanto cariño. Todo el inmenso que le tenía.
En abril pasado o por ahí, Carlota Gaviño recitó en La Gramola unas poesías en homenaje a su abuela Pilar Lojendio, y me encontré con Ernesto, nos abrazamos y nos dimos unos besos. Me confesó su última hora. Era un poco más sobre el mito de Perséfone Koré que debía habitar 6 meses en el Hades. No había nada que decir. El siempre fue dueño de su vida, como lo demuestra como desanduvo caminos y se atrevió a grandes giros y nuevas pasiones y compromisos, en la medida que uno puede ser dueño de su vida, claro.
La obra de Ernesto tiene la medida exacta, los versos y párrafos precisos para que toda ella sea de alta calidad y el respeto como escritor que nunca decayó aumente con el tiempo.
No se puede despreciar en absoluto, ni contraponer al hipotético valor único de la literatura, su pasión por el estudio del pensamiento a través de la carrera de filosofía que casi culminó, y cuya influencia comenzaba a ser perceptible en su literatura, ni aún menos su activismo en las comunidades de enfermos, los dilemas bioéticos, la clínica al servicio de la moral y de la libertad humana (le interesó mucho un libro que le regalé de otra filósofa, Beatriz Preciado). Habla el libro de la libertad de controlar y disponer de la propia diferenciación sexual con la autoadministración de testosterona. Sabía que el libro le iba a interesar, por lo que suponía de abolición de horizontes, por traspasarlos.
Ernesto no es un héroe trágico marcado por el destino (aunque estemos a veces tentados a creerlo), pero aunque así lo fuere dispuso de enormes márgenes de libertad para proyectarse sobre las vertientes más afiladas y amenazadoras pero también sobre los valles más fértiles y luminosos. No se conformó con uno, no se conformó con nada. Igual es que ya era tarde.

El entierro/ incineración
Ernesto falleció hace cinco días. No sufrió, estaba sentado cuando murió. Se percataron de su ausencia sus amigos, Elica Ramos, tan amiga de él.
La misa se ha celebrado hoy domingo a las 15:30 en Santa Lastenia. Mucha gente para la urgencia de llamadas. Agustín Enrique Díaz Pacheco, Fernando Senante, Cecilia Domínguez…

Al escritor, poeta y amigo Ernesto Delgado Baudet. De Sonia Muñoz

Asunto: al escritor, poeta y amigo Ernesto Delgado BaudetPara: soniplan2003@yahoo.es

Palabras no tengo en estos momentos, me queda solo el recuerdo del amigo E.D.B. y uno de sus poemas, que se inspiró en una de mis fotografías de eros/piedra, quiero recordarlo así, con su mensaje de un poeta y amor a la naturaleza...Quedará por siempre en mi corazón, el recuerdo de su poema y de muchos otros...
un abrazo fuerte, a distancia y eterno
sonia muñoz

sábado, agosto 28, 2010

Ha muerto el poeta Ernesto Delgado Baudet

Es la noticia terrible que acabamos de recibir. Ha muerto en Bajamar. Esta mañana hojeaba cosas de él en internet, ajeno a todo. Estamos a la espera de que nos indiquen el tanatorio donde llevarán el cuerpo.
Aquí cuelgo lo que escribí sobre el libro de él "Los cuentos de Sania"en el suplemento cultural de Diario de Avisos. Sea de momento mi pequeño homenaje.