martes, septiembre 08, 2020

Cualquier vasco es todos los vascos: pueblo

Esta es la entradiilla que ha puesto el periódico. Alguna vez he pensado que quien la ha  entresacado habría sido  alguno que no me adora demasiado, cuando han sacado lo más insulso del artículo, otras lo más polémico y otras como hoy un diagnóstico evidente pero siempre omitido. 
Era imposible que el Estado Vaticano vasco, como lo  calificó Indalecio Prieto, por el Partido Nacionalista Vasco y su hermano, el carlismo tradicionalista e integrista navarro y del País Vasco profundo, se hubiera vuelto progresista, o sea, en el sentido científico -materialismo histórico hecho plegaria y vela encendida - "de progreso",  y laico, realmente diverso, realmente tolerante, en sociedad abierta.
Los teóricos del nacionalismo, del fenómeno mundial siempre tan amenazador, hablan de transferencia religiosa o religión de sustitución. Actualiza  el religare de la religión nominal y sustantiva.
La hegemonía nacionalista y de sus monaguillos es tan adhesiva y trituradora en su tarea de   uniformar, como corresponde a las creencias y los mitos de identidad y origen, que hasta el Partido Popular, la derecha tradicional no nacionalista  habla ya de los derechos históricos, emanación directa del Antiguo Régimen.

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