martes, septiembre 15, 2020

Columna de la semana EXACTAMENTE, ¿QUE ES "DE PROGRESO"?

Exactamente, ¿qué es "de progreso"?

Exactamente, ¿qué es ´de progreso´?

JOSÉ MARÍA LIZUNDIA

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La permanente remisión a políticas de progreso, gobiernos de progreso, programas de progreso, fuerzas de progreso y así sucesivamente, supone alcanzar la significación cero; se podría decir gobiernos optimistas, programas divertidos, planes celebrativos, fuerzas instantáneas sin alterar absolutamente la virtualidad del mensaje.

Como el desiderátum de progreso sigue hurtándose  a explicar cuándo y cómo acontece, en qué puede concretarse, debemos en principio conformarnos con que esa proyección al estadio de esperanza, lo que sin duda parece  tratar de evitar, es la situación dada, actual, de difícil tolerancia. Aunque igual en marzo próximo firmaríamos por estar como ahora en septiembre. Pero habríamos eliminado el talismán “de progreso”, de horizonte tan esperanzador que solo su invocación lo pondría en marcha. Frente al estado presente, que es lo inmanente, “de progreso” es claramente lo trascendente, más que trasunto de un cambio de estado: de líquido a sólido por ejemplo. El buscar trascender de lo inmanente, que es imperioso superar, a un estadio trascendente, tiene un vibración y estímulo común al mensaje religioso o metafísico: idéntico anhelo, idéntica esperanza. Es de mucha fe utilizar estas proyecciones  talismánicas por mera repetición del sintagma. Como en los ritos de los indios pueblo de Arizona o en las tribus de las islas Trobriand. En el mundo de los hechos operativos y funcionales, en empresas, industrias, nadie aceptaría que te refugiaras en que tu misión y actuación iba a ser “de progreso”, porque te echarían por inservible. Con mayor motivo al estar  cercados por las más maravillosas aplicaciones tecnológicas, tabletas, smartphone  que nos permiten usar múltiples programas para hacer cálculos, previsiones, cuantificaciones, obtención de metas  y objetivos, con costes, riesgos, predicciones. Incluso por las redes se nos podría ilustrar a detalle: cuántas escuelas, hospitales, viviendas sociales se iban a crear, con todos los objetivos y mejoras pormenorizadas para la legislatura. La tecnología debería evitar en los gestores políticos la intangibilidad de plegarias,  retórica vacía,  rosarios de palabras  bobas.

Pero a poco que revisemos los CV de los parlamentarios de progreso, oigamos su potencial semántico y cognitivo, demuestren su experiencia, iniciativa y capacidad, y su selección por Sánchez de entre los más ingrávidos, dóciles y sin donde poder ir, podemos entender la función “de progreso”.

Sin materia e infraestructuras que desarrollar, sin conocimientos para logros económicos y sociales queda observar a Franco en el firmamento, la flacidez del heteropatriarcado,   un estatuto zoológico de convivencia en el reino animal, la  biología  como diseign cultural, el sexo como procedimiento anti-agresiones, la mujer como posibilidad de miradas lascivas. Contra la razón, solo cabe vía magia y mito,  la  más  dramática desolación que vemos avanzar.




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