Tenia treinta y pico y seguía leyendo el panfletillo de El País, ¡y que no faltara un día! pero peor, suscribía todos sus editoriales, como un sindicalista más mediocre y patético que de por sí. De hecho hasta hace dos años o así, he seguido comprando Lo País, pero hace muchos años que jamás leía las editoriales
Mi aspecto, tan aseado, del gusto de una madre de clase media, tenía que ver con una voluntad de redención y rehabilitación de mi juventud algo lumpen, entre otras características in-ejemplares. Pero la verdadera redención lograda, fue que al menos ya era un anticomunista feroz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario