El Príncipe Octaviansky es mi abogado para pensiones, "El Terro" (de terrorista) lo fue para la extinción contractual, gracias a ellos he ganado todo. Ayer teóricamente vino para preparar el juicio mío (que ya lo tenía preparado: él), el último ya por diferencias que reclamamos en la pensión de la Seguridad Social, tengo también la de la Mutualidad General de la Abogacía, ninguna de las dos opulenta. Pero bueno, son dos. Yo no estaba dispuesto bajo ningún concepto a descender a las aguas abisales de los pulpos leyes, códigos besugos, y bancos de sardinas de la jurisprudencia. Es un excelentísimo Sr Advocat y yo ya estoy muy pasado de rosca, para escuchar juridicidades
Para ser solo tres, en absoluto nos aburrimos a tenor de este horario: llegó a las 8 de la tarde y les eché a las 3 de la madrugada a él y XY. Me puse madre transgénero y les dije: ¡que mañana trabajáis!
XY parece aquí subida a la adelfa. como alguien de Tolkien. Octav se lo ha leído todo, incluido todo Tolkien.. Dice XY: ¿pero con todo lo que trabaja cómo sabe tanto? Nos pasamos las 8 horas hablando prácticamente de literatura, de las tortillas de papas tan cremosas vascas, que resultó lo más disquisitivo (de disquisición, es que me marca en rojo).
Aunque estoy sobre mi silla deslizante, puedo caminar, y sin muletas, ocurre que no me atrevo a salir al jardín por sus pequeñas irregularidades y acicate para eventual caída, menos ir a la otra casa. Rendidas algunas botellas, e implementadas (tal la atracción de la palabra), pasamos a cariñosear al Príncipe, ahora Octav.
Tanto Octav como XY alabaron mi conducta, todo el rato había hablado en serio sin mostrar aburrimiento, no había provocado disrupciones ni desgarros argumentales, tampoco había pasado a lanzar baterías de banalidades, ni saboteado la noche con mi actuar jocundo, dislático y festivo-madrugada
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