Sacaré dos libros de la colección en breve, ahora que todo
induce a la contención y la espera, a
mucha incertidumbre o ninguna, la mucha
incertidumbre linda con la certidumbre, y puede pasar a alcanzar y disolverse
en lo que la provoca. Se ha hecho certidumbre. Pues ahora es el momento de aprovechar para editarlos, antes
de que la “certidumbre” ya “transustanciada” sobrevenga.
El placer de publicar es enorme y sé que lo que estoy haciendo,
si no lo hago yo, nadie lo va hacer, lo
que produce mucha satisfacción, como a un fisiócrata inglés del SXVIII la
productividad de la tierra. El gusto que comporta editar, hasta te lo puedes plantear como una terapia, en lo
que a veces pienso. Me gusta el hecho de publicar lo que para ti tiene un interés inusitado en ese momento, que merece la
pena, el hacerlo tuyo, tener relaciones personales con gente de la que admiras lo que
hace. Así como la edición me la fabrican, tampoco me gusta ser editor-director, -yo
edito pero no soy editor- que impone su arbitrio y es menesteroso en ideas y
prescripciones, y de paso se da mucha importancia como señor de ilusiones. Yo lo más que digo, esto es muy largo y esa
parte sobra, pero nada más, que los autores determinen su puesta a punto. Ni
tacho frases ni sugiero otros cambios. Lo hago a mi manera, pero sobre todo: yo hago. Cosas digo.
No me entretengo en rituales, ceremonias y lugares comunes. Ni necesito tener ninguna autoridad. Puede que mi forma de editar sea algo novedosa (de gastar, totalmente).
No me entretengo en rituales, ceremonias y lugares comunes. Ni necesito tener ninguna autoridad. Puede que mi forma de editar sea algo novedosa (de gastar, totalmente).
Ahora mismo va a ser
más minimalista el editar, quedará reducido a su más pura esencia y función,
sin ninguna parafernalia de presentaciones y viajes, que ya no habrá en
bastante tiempo. Los libros irán solos a librerías y al mercado. Poder despojarte
de esas ceremonias no está nada mala, pasas a apreciar solo la esencia, la
nueva vida que has promovido. Es apreciar lo que haces vacío de ornamentación y
gesticulación. La edición como aparición de lo que no estuvo, y es celebración
su advenimiento, por darle un tono sacral. Los libros llegan solos a sus
lugares, yo con todos los anticontactos posibles, casi se puede decir activos, fuera de
circuitos, completamente al margen de la universidad he llegado a grandes templos. Ver arriba. No me preocupa nada eso.
Lo que sí tendré este año aciago a dos colombianos y a tres
marroquíes, dos mujeres, publicados con cierta dignidad: offset y cosidos.
Yo creo que lo más sorprendente de mi vida es verme vinculado
a Marruecos y de qué forma además, sin jamás interesarme lo más mínimo, sin conocer a
nadie y nadie me hubiera invitado o propuesto algo. La culpa la tienen algunos
españoles infumables, básicamente pobres deleznables. My class enemy. Me suelen llevar a trincheras vacías, donde salto alegremente, las
únicas que merecen la pena.
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