miércoles, mayo 06, 2020

Yo, judío

Hoy me he cargado todo el tema judío del libro, sobre Marruecos norte
Mi amigo, una autoridad extranjera, cuando llega, íbamos a presentar la colección ES, apunta:
 -Lizundia, judío, ¿cómo estás?
-Sabes que no soy judío
-¿Cómo que no, si eres presidente de la asociación de amigos de Israel?
-Fui, nos disolvimos y ser judío es verdaderamente complicado. Tú nunca has estado en  ese tipo de tesituras – le espeto.
Cuando saqué el primer libro  Sáhara como metarrelato, yo iba a entrar a juicio y recibí una llamada de Las Palmas ¡alguien que ya conocía el libro! que era aguerridamente a favor de Marruecos en contra el totalitarismo (no autoritarismo) polisario y enemigo jurado de los amigos hispanos del Polisario.  Nos hicimos –somos- grandes amigos  Manolo y yo, y una vez en Tenerife me  puso el teléfono -le llamaban de Marruecos- porque se oía ¿estás con tu amigo Lizundia, el judío? Les debía hacer gracia.
-No vas a comprar los siete primeros números- le digo al agente extranjero
- aquí no tengo dinero
- cómo que no tienes dinero, si vienes a la presentación
-      -No va a venir nadie por la alarma. Yo a ti nunca te he fallado, tú eres muy apreciado en el ministerio – siempre me dice  lo mismo pero nunca compran nada.
-        -Mentira, a mí no me conoce nadie y nunca me habéis comprado un libro
-        -No digas eso, tú estás muy considerado
-        -¿Por el ministerio, la institución, el edificio, los coches oficiales..?
-        -Pues te voy a decir,  al menos tres  (me cita autoridades)  me han  preguntado además hace poco por tus libros, y por ti.
Judío, pues judío.  Esto es una anécdota que me produjo gran satisfacción,  que es cuando puedes ir más lejos de lo que supones. Agosto de 2014. Callejón de Gaza a partir de entonces, era al anochecer. Estábamos en el Parra, era entonces nuestro antro, todas las terrazas ocupadas por progres (los que en su vida jamás han abandonado sus zonas de confort, sistemas de referencias, claves, bromas, y toda la vida en el mismo ambiente, posiciones, comentarios, nunca han desentonado, de cerca ante nadie, bueno sí frente al imperialismo americano, el neoliberalismo y otras ampulosidades, ahí  sí se radicalizan ) en cuantía  de varías decenas.
En nuestra mesa mi hermano (por adopción) Fer, XY, y Yael, una amiga judía. En la de enfrente un progre cincuentón y fondón, camiseta  de tirantes y como bombachos con una tía. Entre la democracia liberal de Israel y el terrorismo totalitario de Hamas, como buenos genocidas, por Israel, hablábamos. Nosotros todos fachas, en mi caso proveniente del otro bando (el de los eternamente  compactos). Y el progre nos debió oír. Y se levantó para decir a nuestra altura  “estos hijos de puta”. Nos miramos: Sí, es por nosotros, advertí. Regresa, se sienta, va y dice mirándonos: “todos los judíos son unos hijos de puta”. Yael allí judía. Resulté la horma para su zapato. En dos zancadas ante su mesa y cierta torsión preacción. Repítelo, que lo repitas, cada vez más bravo. El otro ahora muy prudente, yo torvo, matón, incendiado de ira como los zelotes, dilo una  vez más si tienes cojones, repítelo, que lo repitas, le conminaba, los progres de las mesas miraban, a ellos yo. Yo lo que tenía claro era que iba a dar un patadón a la mesa y tirarla  contra ellos y lo que resultara, yo estaba en  que de la policía no me libraba. Vino el dueño y les amenazó, a su acompañante que iría a su bar  hacer lo mismo, se fueron. Tuve un último gesto para él: de sentida decepción. 


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