De Guerras Posmodernas/ de mi amigo Jesús Manuel Pérez Triana
Detrás de cada discurso tumbado o tocado hay nuevos hechos,
pero eso ya es otra historia que a mí se me escapa. Hay que empezar yendo a
por el discurso ilegítimo.
En algún sentido me considero sahariano, cinco libros míos llevan la palabra “Sahara” y una colección también mía “sahariano”. Pues no lo había "contado" así hasta ahora, el momento de la justificación y los preámbulos. El término saharaui es de anteayer y político. Julio Caro Baroja escribió en 1953 “Estudios Saharianos” sobre el Sáhara español. Conoceré unos 900 kilómetros del Sáhara y no me gusta nada lo etnográfico y los rituales (de ningún sitio). Soy todo lo contrario a los que se vuelven “étnicos”, saborean con gusto el té y sucumben al exotismo. No me disgusta el té pero lo rechazo. Prefiero sentirme yo el extraño, un enclave. Antes me encuadraría en frío y profesional observador de NNUU, pero con el kalashnikov colgado a la espalda.
En algún sentido me considero sahariano, cinco libros míos llevan la palabra “Sahara” y una colección también mía “sahariano”. Pues no lo había "contado" así hasta ahora, el momento de la justificación y los preámbulos. El término saharaui es de anteayer y político. Julio Caro Baroja escribió en 1953 “Estudios Saharianos” sobre el Sáhara español. Conoceré unos 900 kilómetros del Sáhara y no me gusta nada lo etnográfico y los rituales (de ningún sitio). Soy todo lo contrario a los que se vuelven “étnicos”, saborean con gusto el té y sucumben al exotismo. No me disgusta el té pero lo rechazo. Prefiero sentirme yo el extraño, un enclave. Antes me encuadraría en frío y profesional observador de NNUU, pero con el kalashnikov colgado a la espalda.
Al Sáhara me llevaron los amigos españoles de los saharauis,
su inmoralidad fue devuelta con mi incondicional animadversión hacia ellos. Cuando
todavía no había descubierto su crasa ignorancia. No puedes jalear y arengar a
pobre gente que solo padecen necesidades
de todo tipo, y viven bajo un régimen militar totalitario como el Polisario, a que
resistan, no se dobleguen, no pacten. Condicionando el falso amor que les profesan,
a que hayan de seguir sufriendo, aguantando. Un chantaje. Para que ellos les
puedan visitar para jugar a Lawrence de Arabía en el desierto. Y estos españoles insatisfechos, con vidas mediocres que no asumen, necesitan "Causas", hitos
románticos lejos de la aburrida opulencia occidental, a lo que no renuncian.
Pronto descubres el metarrelato del Sáhara, al comienzo básicamente
de militares franquistas/colonialistas que odian a los marroquíes (moro malo),
y se vuelven románticos con los saharauis (moro bueno), el metarrelato entró en la universidad y se volvió a contar la tragedia de que hacían (¡ellos!) responsable a España como huida,
deserción, traición…, sin querer les salía toda la terminología militar.
Era la búsqueda de abatimiento
del discurso oficial u oficioso, que a veces me trataban de boicotear los de IU y Polisarios. Siempre
se da por bueno lo más oído, más repetido, el marco o contexto que se presume
hace posible el campo de discusión, la costumbre, el paradigma de comprensión y
habla, y no es así.
La crítica, no es el análisis ni la erudición, son fundamentalmente ideas, la crítica es más crítica cuanto mejor consiga
deslegitimar las bases epistemológicas de lo que impugna. Es ver las paradojas, contradicciones, sin sentidos, servidumbres a
presuntas verdades y grupos, las inercias, lo consagrado y los ángulos y perspectivas tapados. La fuerza del consenso
y aceptación unánime, el pensamiento común que llama Todorov
Me pasó con Francisco Aguilar y Paz, silencio absoluto en el estamento
universitario, encomios de dos catedráticos (uno canario en Madrid) y el libro va y
aparece en Stanford y más universidades. Tardó casi dos años en llegar a la
universidad de La laguna. Un título logrado “el disidente de la vanguardia canaria”,
y vaya que sí, pero era franquista y los profesores sistematizadores/compiladores
de la vanguardia canaria se habían hecho antifranquistas, muerto Franco, casi con seguridad.
Todo para decir que he acabado el que toca a Tánger
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