Me disponía dar cuenta del hecho luctuoso y he sacado una foto del medio, con una visión del ámbito de confinamiento tolerable. Voy a actuar con prudencia, no me lleve el afán a adelantarme, y luego a tener que desdecirme como el infausto gobierno. Correo al director ¿He sido aherrojado: si o no?
y me contesta: sale mañana, un abrazo
¿Y la acariciante dulzura de la derrota? ¿ y la dignidad victimista, que disimula con un rictus de estoicismo, del expulsado?
El texto es de mi libro El diario de un abogado mundano, muy irónico con ese gremio y profesión, pero como citaba a tantos -lo que es ser citado- dado el contingente de almas comparecientes en la presentación, se podía haber hecho en una plaza de toros.
En aquella época suscitaba amplias simpatías, animaba el cotarro (hacerlo en ese ambiente es muy fácil), pero al final todos mis seguidores hubieran cabido en una moto
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