Todo hacía creer que sería otro picnic sin mucho recuento de anécdotas, ahora que ya vivimos en el jardín que antes jamás pisaba.
Tres éramos taurómatas tauromaquios y tres de la máxima diapasón del humanismo hoy, que no es otro que el animalismo vegetalista, que deja intocados los mataderos, cofradías de pescadores, granjas, y el reino animal con sus depredaciones y salvajismo sistemático en su seno, con cuernos como espadas, colmillos como dagas, picotazos como balas, trituraciones como hormigoneras, colas como huracanesA mí los sensibles, buenistas, humano-animalistas con sus sesgos psíquicos punzantes, ansiosos de urnas de cristal y útero, tan decantados, bien basculados, igual de propensos a esto sí y a esto no, embravecidos, no me conmueven, la verdad, ¿por qué de repente tanta pureza y blancura de corazón sobrevenida, si nunca nos han llamado la atención por su carga humana? Algunos alcanzan en su defensa puntos de agresividad -ay el psiquismo, tan secreto- a la vez como de toro y matador, o jugador de la NBA
El toreo compendia la vida, la historia de la humanidad, la estética con la belleza de manera cubista, tanto la abstracta como sintética, el mito, el rito, la esencia de coraje, lucha y supervivencia, la generación de un lenguaje que sistematiza un mundo propio semiótico, simbólico y mítico.
Me consta que Henry Parot y criminales de ETA son ardientemente antitaurinos.
Picasso, García Lorca, Hemingway, García Márquez, Vargas Llosa, Caballero Bonald y tantos cientos, captaron el rebosamiento estético y la traza del arte, la hondura del mito, la liturgia, los códigos de la vida... por la extraña relación entre la muerte y la vida.
Parot, Blacks lives matter, Me-too, Irene Montero y los Woke son de otra cultura más elemental, ni siquiera meramente sensitiva/sentimental, sino mas piedra y pedregal: ay, cuánta insatisfacción genera la vida
VIVA MI HERMANO QUE AYER SE ERIGIÓ EN LOS HERMANOS MARX, hacía tiempo que no me reía tanto
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