La rehabilitación del teatro puede (y debe) someterse a los parámetros de racionalidad/funcionalidad/sostenibilidad como supongo ocurre con los edificios históricos. Lo que a uno mueve a meterse en algo que no le despierta mucho interés, es como siempre, las grandes adhesiones y quórums alcanzados, sin un solo argumento racional, de funcionalidad, destino, sostenibilidad. La vívida emoción que no deja resquicio a algún signo de racionalidad. Se puede comprobar en las redes como todo es alegría e ilusión.
A todas luces el continente (el edificio de inspiración art decó, de lo que algo hay en
Tánger) pudiera a lo sumo aprovecharse incluso debatiéndolo (afortunadamente
en este caso no, al estar en manos marroquíes), pero no así su contenido
histórico que es precisamente lo que ilusiona y mucho a los más. Forma parte del desbarre
post colonial-cultural español con Tánger. No se puede reeditar lo que
entusiasma: el teatro con sus subidas del telón. Muy bien dicho: su
RESURRECCIÓN. De debatir sobre el continente (edificio) y su indulto,
obligaría a hablar de su destino y
actividad, el continente podría salvarse haciendo del teatro un centro
comercial, unas piscinas cubiertas o
canchas de tenis y gimnasio, que seguramente los que gobiernan para la
comunidad lo tendrían en cuenta. La realidad y el presenta erradican la
nostalgia, a dios gracias.
Ya que no hay resurrección posible, aquel episodio colonial
con forma jurídica de ciudad internacional, pasó, ¿Cuánto vale la fachada y el
edificio (post atrás comentado), tiene valor arquitectónico-artístico o muy
escaso? ¿Es un referente en el tejido urbanístico por el poder de articulación
de su trama o es un fantasma en una hondonada sin ningún contacto con su
entorno?
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