Durante la historia han dominado las identidades monistas, una condición prevalente que engloba, articula y subsume a todas las demás y de la que no hay escapatoria sino es a la pira, el destierro, la crucifixión. Hasta muy pocas generaciones atrás las concepciones del mundo y de la vida eran monolíticas, rezadas y cantadas (como los cubanos por el malecón). Durante muchos siglos la condición religiosa lo conformaba todo, nada quedaba fuera, las disidencias lo eran siempre desde otra religión, secta o creencia, que no eran más que variaciones de un mismo tema, ramas de un mismo tronco. Cuando Foucault investiga la genealogía del poder-saber y escribe la historia de la locura y la sexualidad comprueba que en torno al siglo XVII y antes, todo desacato, impugnación, transgresión no tenía otra consecuencia que la represión y el encierro.
La laicización de la sociedad occidental o la
desacralización del mundo de Weber, determino que el bastión de congregación
monolítica religiosa recibiera disparos de muerte. La religión muy tocada se
fragmentó en otras religiones aún más reguladoras, taxativas, homogeneizadoras
de todas las vertientes humanas en que se proyecta el individuo, como el fascismo,
nazismo, comunismo y nacionalismo. Ideologías explosivamente totalitarias.
Quienes se resistieron fueron los anglosajones, primero los británicos con la
Revolución Gloriosa (1688) al poner coto
al absolutismo monárquico, y los norteamericanos, por fundarse sobre su
negación radical.
La complejidad de la sociedad actual con su diversidad y
pluralismo, admite todos los acentos, gustos, propensiones y auto
comprensiones. La identidad individual, espoleada por el mayo/68, ha devenido
en el nuevo dios. Sin embargo la identidad individual no es núcleo irreductible
porque aún puede fragmentarse más y hacerse maleable y reversible. El grupo Queer que habla de género en lugar
de sexualidad, y de constructos
culturales en vez de naturaleza (la han abolido, con un par), permite al menos
con la administración de testosterona navegar entre géneros por temporadas.
Basta escuchar a Paul B. Preciados. Todo es posible. Ya lo dijo Dostoyevski si
dios no existe todo nos está permitido. Pareciera que en un mar tan anchuroso
reinaría todas las autodeterminaciones posibles y la sola propia voluntad. Pues
no en está disolución identitaria, esta taxonomía casi botánica o entomológica
pertenece a un mismo álbum ideológico cerrado sobre sí mismo, acartonado. Pero
acaece que en VOX no solo hay hombres de raza negra, en absoluto decorativos como alguno que promueve la
izquierda, sino que también hay homosexuales (agredidos/silenciados),
respondiendo a una mentalidad pluralista y no monista, de compatibilidades y
distintas proyecciones e identidades. Solo una barrera de odio delirante
sistemáticamente azuzado lo niega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario