Una estampa entrañable de mi nieto -al parecer acaba de morder a otro niño en la cara- en su Montestory de Washington de parla centroamericana.
Al borde del Cantábrico este septiembre es como los que recuerdo, muy amable; aquí todo es amable, ordenado y apacible, veo mecerse suavemente las hojas de los árboles y al sol retirarse morosamente. Falta la lira, el aedo o mi queridísimo rapsoda. Ocurre que yo ni puede echar un rato por muelle al borde de la ría ni la playa, por mi cojera a la koskera. Pensaba anteponer mis libros ya entregados, pero mi nieto tiene prioridad como vino a enseñarnos Camus (¿madre o Argelia?), por tanto ahora hay en Getxo una interesante colección de libros sobre el Sáhara Me he tenido que desprender de varios cientos de libros de mi padre, y no tengo sitio, De forma que los libros que leo se los regalo directamente a Idoia, como los dos últimos rotulados
Estaba detrás de él y me lo topé aquí en Las Arenas, para mi columna con la ministra comunista fanática del estilismo. ¿Por qué serán tan inconsecuentes y ansiosos de todas las prebendas y aprovechamientos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario