viernes, septiembre 24, 2021

Clara Riveros: una camarada, como nos dimos en llamar


 Me produce mucha alegría que Clara Riveros, recién desembarcada en Florida (como le escribí por la norteamericana: una cultura remunerativa), comience a cosechar sus primeros éxitos, como ocurre de ordinario padeciendo ciertas dificultades (las que apuntalan la biografía).

Le escribí ayer noche y esta mañana tenía un pliego de información. Tenemos otro libro en curso. 

Cuando la conocí y amistamos de inmediato, ella andaba aún algo magnetizada por el mundo académico -justo pululaba por allí una perteneciente bastante ominosa-, que traté de desactivarlo como pude. Que si  era un mundo muy endogámico (en realidad casi todos lo son en alguna medida), aburrido, constreñido, lleno de caminos, canales y puertos, y compuertas como esclusas muy científicas, que o suben o bajan. Como saben mucho y son auténticos eruditos, si estás fuera te libras de métodos, pautas, objetividad, bibliotecas de reglamentos, verificaciones, y de  agravios y escalafón, de envidias y navajazos de departamento. Te limitas a leerlos. Solo digo lo que me han contado siempre. 

Clara -le decía- ¡el periodismo!, el criterio y la crítica, la creatividad y lo descubierto, pero también  la medida, concisión, contención- que es como se las están gastando en Florida USA,  de cultura remunerativa y pragmática (resultados).

Un intelectual no académico, como es Clara, se enfrenta al mundo con todos sus conocimientos, muy diversos, su experiencia de vida y mundo, intuiciones donde anidan lo singular y certero (como poco, su posibilidad), sus propensiones y espíritu libérrimamente  críticos, que a nada y nadie han de someterse (con calzador), que conforman algo verdaderamente muy escaso: el pensamiento personal o propio.

Resultó que lejos de ser un colombiana argentinizada, no era ni peronista ni indigenista, ni había sucumbido a la uniformidad y acatamiento de la confortabilidad  progresista. ¡Era liberal, creía en la autodeterminación personal!

Parecía de los elementos más valiosos intelectualmente de mi generación, que habían quemado las naves izquierdistas aun antes de  comprobar todas sus vías de agua, que irían apareciendo a lo grande hasta dejar a todos boquiabiertos.


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