El medievo puritano, coactivo y policial que tiene sus puestos de mando en las grandes universidades norteamericanas, trata de disciplinar el mundo, conformar, esculpir a las personas con su pensamiento y valores, pretensiones que no hubo en la Caza de brujas del senador McCarthy, encuadrados ahora en los guerreros Woke, la cultura de la cancelación, Me too, Blacks lives matter, toda la ingeniera social que habilita y diseña la corrección política
Como se trata de una guerra cultural, de la que fueron padrinos precursores los franceses de la French Theory: Foucault, Derrida, Baudrillard, Lyotard, se ha de responder con oposiciones culturales de manera frontal, que no con escaramuzas políticos.
La gran salvaguardia vital, sentimental, instintiva y natural, son los hispanoamericanos y su cultura hedonista (con el reggaeton por ejemplo), que se erigen en la incompatibilidad más radical del nuevo puritanismo, y es una resistencia de vida, de expresión española, no anglo. Es el único reducto cultural que puede plantar cara al macartismo de izquierda (mucho más ambicioso) que avanza por Europa.
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