Después del responso por la madre del príncipe subimos a la Laguna. El día anterior en el Tanatorio, al rato y hervidos nos fuimos XY, hermano y yo al bar buscando mejor clima que el del salón donde yacía póstuma la madre, y traspasadas las 9:30 se acercó el príncipe.
Y hablando de la muerte y el miedo a morir, pasamos a la existencia de dios, cuando el principe me deslumbró cegadoramente al decir: es tal el absurdo y sin sentido de la vida que no se puede descartar nada, ni la existencia de dios. Es una reflexión digna de Horkheimer y Adorno, que me hubiera gustado fuera mía.
Hacía tanto frío a las 6 de la tarde en La Laguna que Fernando se compró esa prenda azul y a mí me regaló la sudadera blanca, luego apareció Belén. Llevo años sin tratar progres con una vida más rica, menos aún reliquias de cuando yo tenía 18 años. Kamenev todavía más petrificado en el dogma comunista. La camarera Alexandra es venezolana, a Kamenev le falta tiempo para decir que es comunista y chavista, la pobre venezolana indignada le habla de la carestía, incluso hambre, opresión, de vida real, su vida propia, y Kamenev, convertido en tribuno del pueblo proclama que Venezuela... pero no ha perdido la dignidad. -Pero como contrapones esa idiocía abstracta, cualidad moral y no empírica, ni positiva, ni determinable en el mundo de los hechos con las vidas de las personas.
Nos imputa a los 3, demasiado alegremente, absoluta ignorancia aunque diga que cuando el desembarco aliado de Normandia el ejercito rojo ya había tomado Berlín. Que bestia. Le doy datos: el desembarco de Normandia fue el 6 de junio de 1944, y la entrada en Berlin del ejército rojo en mayo o abril de 1945 (6 de abril). Belén alucina con todo lo que dice a 3 ignorantes, me trae a casa ya de noche, entra y le cuenta a XY las cosas inmanentes -inocuas (e inicuas) por solo verbales- a un fanatismo ciego literal, cada vez mayor, claro.
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