Pues si, tal la concatenación de factores que uno ha terminado veraneando en Marbella en casa familiar, no es la de los padres, más derechos, sino de los hijos, menos derechos, al borde del precarismo. De momento enfilamos para Cabopino-Marbella el lunes próximo mi hermano y yo, el martes llega Fernando y el domingo, una vez expulsados hermano y Fernando, llega XY. Los americanos, el lunes.
Por lo que a mi repecta, a pesar de no ser hijo en casa de padres, sino padre en casa de hijos, con título o estatus de disfrute y libre disposición bastante más mermado, ya he empezado hacer lo que hacía en casa de mis padres: invadirla de amigos, sí recuerdo de uno que se pasó un verano completo en casa de mis padres en Mundaka o casi. Otro en el caserío de Matxitxako, semanas santas, puentes y fiesta de guardar.
En Bilbao venía un bermeano que estaba interno en Santurce algún domingo, y mi madre me reprochaba: "se puede saber porqué le traes a este a casa, si tú no estas interno con él y quienes lo están no lo llevan a las suyas". Yo hacía oídos sordos o de mercader.
Menos mal que tengo a mi hermano para que me aconseje cómo llevar esta situación, de suyo siempre ha sido un invitador nato. Le encanta el anfitrionazgo. Me llega a exasperar su afán por pagarlo todo. Aquí con las dos sábanas a modo de las tablas de la ley y él Moisés, que hay que llevar, y que Fernando le conminó a comprar. Deben estar las de Marbella algunas sin limpiar, el 4 de julio pasado fue mi hijo desde EE.UU a una despedida de soltero con amigos vascongados.
Ahora tenemos tres localizaciones en línea: Getxo, Marbella y Tenerife. Una recta, ni siquiera un paralelepípedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario