El no del todo estadista Zapatero, acogido por el
izquierdismo centroamericano y Grupo de Puebla, y jamás requerido por universidades europeas,
norteamericanas, think tank y tribunas afines o para conferencias, no es el
doctor Sánchez, sino bastante más iluso. La historia ha empezado a emitir
veredicto y tras su presidencia gubernamental, aparece la errancia de una
persona gris y deslavazada de quien nadie requeriría nada por su extrema levedad.
Hasta no hace poco no había periodista o comentarista, ajeno
al redil monclovita, que no tuviera que apelar a categorías psicológicas para
definir las actuaciones de Sánchez al ser
la única forma de que tuvieran comprensión y explicación, del terco aspirante
al boato y honores de la realeza. Sus comitivas de 20 coches para actos en
Madrid, el enjambre de guardaespaldas, sus viajes en falcon/superpumas, desplazando caravanas
de audi 8 por tierra en sus visitas a esperarlo, las vacaciones con su pandilla
en los palacios de la Mareta y las Marismillas, que hay que acondicionar, su
grandeza, ahora inmortalizada en una serie, de gran conductor con culto
egotista a su personalidad.
El doctor Sánchez ha venido dando un perfil muy bajo de
político pero muy alto de sus costuras psicológicas que se sobre imponen, que
venían a ser su infraestructura bajo su superestructura de maniquí del Corte
Inglés; el envidiado por ser muy guapo, que dice esa ministra de pelo corto y
largo raciocinio. Ese periodismo independiente por fuerza al analizar muchas de
sus espectaculares actuaciones, que desde la epistemología política resultan
radicalmente inconexas, había de acudir a la psicología o el psicoanálisis. Así
se vio adornado de los cuadros de vanidoso, narcisista, ególatra, psicótico,
psicópata. Estamos todavía en la primera fase de comprensión del doctor
veleidoso y laureado césar. Nada fiable, interesado e incumplidor.
Políticos y medios de izquierda (foto)focalizaban contra la
derecha valores estético éticos, por la
importancia conferido a la imagen y su significado creado; absueltos de explicación o análisis, tenían
tal fuerza condenatoria que sobraba todo, como el pecado más inicuo, demostrando que la fotografía
venía a ser casi aurática como enseñó
Walter Benjamin, o trascendente para Susan Sontag. La Foto de las Azores
que hizo furor en el imaginario y luego la Foto de Colón, colonizó de ignominia
a sus asistentes y descendientes de derechas extremas. Como casi fueran
Auschwitz o Bergen-Belsen. Fueron dos fotos
(de vérseles que están) de mucho rendimiento publicitario, propaganda
gandula, con la agitación prevista para
el Anticristo en Trento. Hemos de acudir ahora a la historia de las formas y
figuras de gobierno, antiguas y modernas:
autócrata, despótico, cesarista, tirano, bonapartista. Dos vectores de
análisis: psicoanalítico y arquetipos antidemocráticos.
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