La dignidad al final es una posición estética. El gesto es lo último que nos queda.
Cuando las trincheras del bien, como en el franquismo, estaban vacías casi nadie se sentía no ya comprometido, sino concernido. Siempre suele ser así. Una ley que debería estar aprendida
Ahora las trincheras no están llenas sino saturadas, y el enemigo hay que construirlo, porque no se asoma, no sobresale del ras de la hierba. Las masas, siempre las mismas, se lanzan festivas a las trincheras sobresaturadas para guerras sin contrincante físico visible.
No nos engañemos con este comportamiento tan extraño y paradójico. Lo sustantivo es que las masas son las masas unánimes, compactas, aguerridas en el grito, nunca estarán en la causa por sí misma sino por la unanimidad y el confort. La emoción compartida, sugestiva y poderosa, la irracionalidad embriagadora de la fuerza colectiva, es lo que eternamente se repetirá. Solo cambian las banderas que las encienden.
1 comentario:
Artículo breve...y bueno. Para mi es muy importante pensar por uno mismo, sin pertenecer a ningún rebaño ideológico de ningún tipo, a ningún rebaño, sin ser un esclavo ideológico ni de ningún tipo. Aunque supongo que, generalmente, dentro del rebaño se vive más cómodo y por eso mucha gente lo prefiere. Incluso aunque el pastor sea ciego y lleve al rebaño al precipicio. Obviamente, tampoco hay que seguir a ningún líder, de ningún tipo de cuestión, de modo acrítico, dogmático, fanático. Aunque un mínimo de un cierto rebaño si hace falta para la cohesión social. Pero cada uno con su vida...
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