miércoles, julio 01, 2020

Tánger fue siempre experiencia personal

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Ya están los dos próximos libros sobre Tánger en fabricación. Mi intención era mandarle libros a la otra autora a Tánger y no ir yo, lo tenía decidido así. Una vez escrito yo sobre Tánger (parte esencial de mi libro) y editado un gran libro de dilatada proyección, el de Randa -está muy contenta de como ha quedado la maquetación y demás-  daba por amortizada la ciudad para siempre. Más partido no le podía haber sacado, cuando jamás había esperado otra cosa que ir y estar. 
Además hace un par de meses caí en la cuenta de lo más  obvio, pero decisivo, que mi Tánger había sido básicamente personal, aunque una vez fuera con mi familia, o con XY y también solo. La singularidad de Tánger era el ser una experiencia directa, sin intermediaciones. Por eso lo podía repetir. Fue una historia en las antípodas de  otras que he conocido recientemente. En 13 años o por ahí había ido 4 veces; siempre había sido sin conocer a nadie, y sin saber absolutamente nada de los movimientos  que se cocían dentro. Ahora estoy en un plano totalmente distinto, mi Tánger ha muerto, al menos  he hecho los funerales, ya es otra cosa. Jamás sentiré lo que hacía única a la ciudad. Mi Tánger era asunto personal, los estímulos para el descubrimiento no pasaron de prolegómenos necesarios de inducción.  Ahí estaba la gracia. No era mi cabaña en el lago o en el bosque, que nunca he tenido, pero algo así, donde acudía como si lo fuera. Bueno, la última vez fui a Melilla.

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