domingo, agosto 07, 2016

El diario de un escritor comprometido TRES Pisto

De siempre cuando le llamo a mi hermano le digo “shalom ¿dónde estás y por qué?”,  y de un tiempo atrás le preguntó si en tal bar le dicen “hola, Víctor”. A lo que me contesta que sí, "sí, me  dicen hola Víctor".
Anteayer fue a Puerto-cruz (carne-fiesta) a mirar en una librería alemana. Comió un bocadillo y le añado “con un buen vaso de vino”, me corrige “con un café”. “Ya lo sabía. ¿Fuiste en autostop –es algo que le pregunto siempre que se desplaza?" Me contesta, "sí y sabes lo que me ha pasado cuando me ha parado el primero, que entro y me dice el conductor “hola Víctor”.
Quitando el ciclismo y la natación , no me ha gustado ver ningún deporte. No he visto ni un solo set en mi vida. Bastante antes de cumplir los 20 años vi algunos partidos de baloncesto en TVE, a los Luyck, Robinson, Emiliano. No me interesaba lo más mínimo,  pero como podía verlos, los veía, me dejaba arrastrar, cosa que me dejó de pasar después y para siempre.
Bueno pues ayer me vi entero el básquet EE.UU. –China. Me emocionó que todos  fueran  negros, con la mano en el pecho mientras sonaba el himno americano, yo también me puse de pie –XY no-, lo hago  cuando oigo el himno de mi familia y mío. No es concebible EE.UU. sin los negros, no es comprensible, la faltaría una fibra esencial y constitutiva, mientras los chinos desgarbados y gigantes los negros americanos eran macizos, potencia, máquinas. Antropológicamente americanos verticales, directos, rápidos, winners.
Mis hijos han estado el fin de semana en NYC, mi hija daba una conferencia y  ha salido para Haití y él se va este mes para Paraguay por su nuevo trabajo, que está feliz de haber dejado  el Banco Mundial, le han pedido que vaya esta semana a Denver (Colorado) para tratar  con unos mexicans. En octubre o noviembre se va a Indonesia.
Un compañero de trabajo se va a vivir una temporada a El Aaiún. Le ha hablado de mí, (bien), que  experto. Con el libro que he terminado voy a ser más que experto. Ni más ni menos, sino muy distinto.  
En el nuevo trabajo son prácticamente todos norteamericanos, y me contó que tiene que hacer una total inmersión lingüística en nortemericanismo puro de 100º. Le pregunto, qué tal con el idioma, me dice “es terrible, llega el fin de semana y me quedo completamente sin idioma. La semana pasada fuimos con unos amigos a un restaurante francés –el presume también de no saber francés-, y se me ocurrió pedir el plato  pronunciándolo en francés, y no sé qué me pasó que seguí hablando en francés un rato ante el asombro de todos, y encima los camareros ni sabían francés”. 

No hay comentarios: