viernes, agosto 12, 2016

El diario de un escritor comprometido 6 pasta

Ayer me dijeron si salíamos, dije que prefería jardín y sobrepasamos las 3 de la madrugada en él otra vez. Tienes la certeza de que eso es lo que va a ocurrir. Debemos estar a gusto porque no hay otra explicación. Todas las bendiciones las volvió a tener Mercadona, hace años era por la cosmética, ahora es por la variedad y calidad, que haya boquerones,  tantos tipos de mermelada,  Hacendado  con buena pinta. Hace 30 años íbamos de Mundaka  al Eroski de Gernika, veíamos la carnicería y decíamos aquí puedes comer todos los días del mes distinto. No sentíamos como ecuatorianos o bolivianos.  
Cuando era  dogmático lo fui a niveles patológicos. Que  es como se es cuando uno es dogmático, combatí en las  filas de los  negacionistas de la pasta, la pizza y la comida italiana, sosteniendo  que no fueran  cosa distinta a comida basura. Hay italianos (restaurantes) en París, ¿no verdad? Pero  si hay en Londres, ¿no? ¿Será por algo? No conocía Italia. En la primera visita, escasos  de recursos,  apenas la caté, en  la segunda disfruté mucho y me sorprendió, no así mi necedad, que ya daba muestras de su dimensión, y en la tercera entendí que sublime. Como he perdido mucho interés por la comida,  aquí me sigue pareciendo  bastante batallesca.
Procuro no  entender de platos ni de vinos, ni sugerir restaurantes donde se coma muy bien.  Me gusta comer  y beber  bien, sin incrementos sutiles  de calidad. No digamos  excelsitud.  Y quedarme mudo cuando se habla de esas cosas.  Me gusta no quedarme  con nombres de vinos. Intento no conocer  nombres de platos.  Deduzco que hay un poso de superioridad como bilbaíno, modalidad “a mí me vais a contar”. En mi época todo era muy bueno y de verdad, incluso se comía de temporada. No había mariconadas ni muchas variedades, pero la carne, el pescado, verduras, legumbres… eran muy buenos. Los  pasteles, los bollos de mantequilla, turrones.
Los viernes,  o sea hoy, como siempre pasta, más que por asociación  con Termini por dejarla hecha. Lo que más me gusta son los espaguetis western que  llevan más agua y sal, y tienen una cocción más lenta y tienes que ir probando, en cambio los raviolis son dos minutos, les pongo boloñesa y  paprika para darle marcha.  Quiero volver a  los espaguetis western, punto.  La lasaña no me hace ninguna gracia. 


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