domingo, agosto 21, 2016

Diario gráfico narcisista de un viaje por Vascongadas, Navarra y Castilla IV

Ahora mismo cuando escribo estas líneas, mi hermano está a punto de salir de la Estación de Abando de Bilbao en un Albia dirección Valladolid, por lo que estamos a punto de entrar en la última fase del diario: Castilla, la más larga. Me mandó fotos de casa y de Bilbao, pero las borré. Por lo que no habrá documentación gráfica, pero sí de alguien que le puede muy bien sustituir: el Dalai lama. Me refiero a la línea invariable en el vestir, que vemos ligado a la espiritualidad o intelectualidad.  Ninguno de los dos hace concesiones a las modas, al que dirán, tendencias, marcas, colores,  novedades dictados por los fabricantes. La espiritualidad del Dalai Lama se corresponde con la intelectualidad de mi hermano. No se gasta dinero en ropa pero es el único  que  tiene estilo en el vestir, que viste exactamente como es, su envoltorio es su interior o sustancia.  No podría ni un solo día del año pasar por alguien distinto a él, ofrecer dudas. Con los compromisos existenciales no puede haber concesiones, que a diferencia de los llamados ideológicos –esa superficialidad máxima y absurda- no son  pura estética encima moral, un minimalismo de delirios docentes.
Hace poco hablando con alguien decía de mi hermano, que gozaba siempre del respeto de las élites. De eso soy testigo yo, además de todas: culturales, intelectuales y profesionales.


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