PONFRITS
KÖENIGSEE
Jamás me he frito ni
una sola patata. No he puesto nunca ni una sola en la sartén. Tras este dato pareciera que nada
tuviera que decir sobre ese tubérculo. Hablando de ellos, jamás he probado la
batata, el asco empieza por su nombre, que suena a banana
y postre.
Sé que es muy sencillo pelar patatas –estuve todo un día en
el campamento militar de Córdoba haciéndolo- trocearlas y echarlas al aceite.
Sí, pero nunca lo he hecho, es mucho más
fácil abrir latas. Cuando pienso en qué receta debo hacer para el día
siguiente, pensé en las patatas aunque fuera en negativo, hasta que caí en la
cuenta que de negativo nada de nada.
Tuve un corto periodo
de actividad en la hostelería alemana,
que mi ingenuidad y malos consejos unidos pusieron fin. Estaba de alta y legal,
en el borde de un lago alpino
bávaro (arriba). Abríamos a las 9 o así, el
dueño, el turco (recoge mesas) y yo.
Servíamos desde el mostrador un montón
de cosas, todo tipo de salchichas, pollos, embutidos, sauerkraut y el producto estrella
que eran las patatas fritas, que era lo que más se vendía a la tarde hasta que
desaparecían los turistas y cerrábamos.
En la barra estábamos el dueño y yo, y la cajera Silvia, una austríaca
que andaba enrollada con el hermano del dueño. El dueño era literalmente
asqueroso, más de las SA que de las SS, o mezcla, su mujer que siempre llevaba el típico traje
bávaro me excitaba muchísimo (ojo, ella
no hacía nada, todo yo), lo que me incitaba a detestar aún más al dueño. Al
mediodía me dejaba solo, entonces
me enfrentaba en solitario a las hordas. Hacía de todo, menos cobrar,
ante la mirada conmiserativa del turco, que solo tenía que esperar que se
vaciase alguna mesa para retirar los restos.
Lo peor, aparte de atender a las mesnadas, era las patatas congeladas que tenía que
freír en dos freidoras. Sacarlas de las cajas, echarlas a las freidoras con el
subidón de calor, olor, pringue, salpicaduras, suelo embarrado de grasa y
deslizante, servirlas en cucuruchos con una tenedorcito de plástico y
normalmente ponerlas Ketchup, mientras otros pedían cosas distintas. Al
atardecer la cola salía del establecimiento y era entera para mí. Y todos
pedían “ponfrits”. Eran niños hijos de puta la mayoría. Había bastante
norteamericano que me hablaba en inglés –entonces les entendía perfectamente
(ocurría además que odiaba al
imperialismo de manera personal)-, les
decía en alemán que no entendía,
entonces me señalaban, y yo o me avenía o seguía en mis treces. Era cuando
Silvia me reprendía discretamente. Entiendes de sobra y estate tranquilo. El
turco no paraba de admirarme. Antes me había descolgado del servicio étnico
alemán con los que comía en el restaurante del hotel, tras un biombo, no en el
autoservicio de fuera donde trabajaba, porque no me hacían ni puto caso, ni me
saludaban, por lo que me pasé a la
cocina a comer con los turkisch. Lo que les gustó mucho, no lo hice por marxismo,
sino por repelido.
Pese a mis malas caras, melodramatismo, enojos lo cierto era
que llevaba solo el chiringuito en su
actividad central. Debí pensar que era imprescindible. Una noche hablando con
Silvia, nos referimos a nuestros sueldos. Tú eres tonto, me dijo. ¿Y qué hago
entonces? Pedirle un aumento y si no que
te vas. Dicho y hecho. Entré al hotel y se lo dije así. Muy bien, te
vas. Era de noche y había que ir a Berchtesgaden para poder coger el tren para
Munich. Pero ahora no me puedo ir, será mañana. Mi habitación era del hotel.
No, ahora mismo. Fui al hotel de al
lado, donde estaba Manu, que tenía trabajo de turco, oye que nos han echado (de
la habitación los dos y yo del trabajo). ¿Qué has hecho? Nada, una
reivindicación salarial. De madrugada estábamos en Munich, como en un gran
circo, donde jóvenes de todo el mundo dormían
en sacos en el suelo. Nosotros nos pegábamos codazos cuando veíamos a las tías
buenas meterse en bragas en los sacos. Los marcos me salían por los bolsillos
de los vaqueros. Entonces MH estudiaba germánicas, andaba por la zona y tenía contactos benefactores en Munich
(residencia ilegal). Antes de su guerra con Herr Arnold, profesor de la universidad.
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