Este plato es de los
que me
gustan: van solos. No
soy de los que puede decir le
pongo esto o lo otro, y tenga alguna clave, o una especia esencial y basculante. Y menos pueda hablar de cocina
y recetas, como las conversaciones sobre bebidas exquisitas, no me gustan y no
participo si no es para decir lo que estoy escribiendo.
Este chorizo es de
Mercadona, es picante y muy bueno,
algunas veces me lo como crudo, algo que también hacía mi madre cocinando y con una
copa de vino. Cuando lo hago me acuerdo
de ella, que me caía entre bien y muy bien. No se trata de
ningún chiste porque me cae muchísima
gente fatal.
Cuando no tengo nada que comer acudo a los huevos fritos a
los que les pongo el chorizo, que
impregna de color y sabor a los
huevos. Me gusta mucho la sopa de sobre,
más que la natural en cantidad de casos. Es otra cosa que siempre compraba (y acumulaba porque no se hacía, yo
alguna vez), aunque me dicen que no es nada sana y me he frenado un poco de
comprar, seguramente por todo lo
que me
cuido. Pues bien, a la sopa de sobre, el Gallo es la que más
confianza me inspira, le ponía unos trozos de chorizo del mismo –como soy muy
tiquismiquis hay muchos chorizos de
los que no me fío y me dan asco- y hervidos quedaban geniales. La sopa la tomo como mi padre
–entre mi padre y mi madre noto que no
me dejan hueco para ser yo: se tomaba primero el caldo y dejaba los
fideos para el final. Hago
lo mismo. Supongo que sería infantil,
pero me lo transmitió. Bueno, no quiero pensar en otros padres.
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