Con la dimisión de Espinosa de los Monteros el periódico de
izquierda El País hablaba en su editorial del enfrentamiento entre
ultraliberales e integristas, a favor de estos, como corrientes de Vox. La
extrema derecha de la derecha extrema, que el estadista Rodríguez Zapatero
incorporaría a la teoría y derecho
político, aunque más dado otra vez a la poetización cósmica. Que ahora
desentraña en la Venezuela de Maduro, con
Kirchner en Argentina, el Grupo
de Puebla y demás agentes del progreso sostenido y sostenible. Que la extrema
derecha de la derecha extrema resulta que no era algo monolítico, como nos
aseguraba, o a mayor abundamiento la
simple suma de fachas, ultras, machistas, negacionistas, franquistas,
xenófobos, racistas, taurinos, el partido del odio (un partido de visceralidad enloquecida que Espinosa de
los Monteros y Abascal bien evidencian).
Lo que era así y más que suficiente, y expresado como
salmodia, pues resulta que no lo era del todo. El periódico de siempre combativo con un giro sorprendente para lo que nos tiene
acostumbrados, El País de sectarismo puro y duro, tras el paréntesis liberal, y
purga de Antonio Caño, David Alandete, José Manuel Calvo, Ignacio Torreblanca, Álvaro Nieto, Maite Rico y resto de depurados,
incluso después algunos perseguidos, se instala en el campo semántico de la teoría política. Abandonado
el lenguaje panfletario antifascista y
un sectarismo acorde exactamente con nuestra izquierda que sustenta y estimula con primor. Qué tiempos cuando Cebrián con su equipo de periodistas
y asambleas de redacción estilo Le Monde,
tan lejano todo en el tiempo y mundo, ejercía
de faro ideológico del PSOE de Felipe González, De iluminar el horizonte de
izquierda a ser su equipo de propaganda y megafonía, y a veces de agitación.
Por tanto El País ha sido capaz por fin de enjuiciar la política desde
el campo semántico y epistemológico de la teoría política, sociología, historia,
ideología, y valoramos el gran esfuerzo que le supone, aunque no puedan
desprenderse de las viejas adherencias dogmáticas y juicios morales inquisitoriales.
El concepto teórico y convencional es neoliberalismo, que reemplaza al feroz e
inhumano capitalismo, y menos ultraliberalismo.
Al País les parecía neoliberalismo un término no del todo execrable y perteneciente
a fuerzas terrenales y no del submundo del hades. Un ultra es un ultra con
bates de béisbol y balas, como los que Podemos empleó contra Vox y una ministra
socialista mostró balas ensangrentadas recibidas o percibidas.
Pero es que el integrismo imputado a Vox, era también
susceptible de objetivación. Cómo y qué
integrismo ¿con Constitución defendida por Vox con total ahínco y libertad religiosa incluida?
Constitución vulnerada infatigablemente por
la izquierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario