Solo lo traigo a colación por lo que estoy leyendo en este libro, lo que Martin Buber le contestó a Gershom Scholem, en una Jerusalén que por unos meses acogió (barrio de Rehala) a una amiga y más tarde ex amiga de ellos, Hannah Arendt, todo por culpa del después libro, antes reportaje para The New Yorker, sobre el juicio de Adolf Eichmann que escribió.
esto es lo que Martin Buber le respondió a Gershom Scholem: que para mí el diálogo es la auténtica empresa: la conversación, el intercambio, la controversia, incluso por encima del abismo, tanto su logro como su fracaso forman parte de la conversación; el desencuentro, parte del encuentro, el diálogo es un principio motor, trascendente, no solo un acontecimiento puntual.
sabía que no solo no había ninguna conversación pendiente y si en algún lugar resultaría absolutamente innecesaria era en Tánger, no era ni mucho menos ninguna exhortación ni propuesta pero tampoco denuncia o sugerencia, ni siquiera tengo nada contra la amabilidad, efusividad amistosa, autocomplacencia, el asentimiento mecánico, ensalzamientos alícuotos, salvo que sea muy aburrido y en ocasiones romo; soy más dado a la controversia, impugnación, disidencia, discusión si es posible de cierto nivel y no a la gresca.
Como se me imputó, a cuenta de otro libro mio, soy siempre conflictivo, ya de entrada. Pues es verdad, claro.
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