Chukri se expande en claves sociológicas en primer lugar, políticas, realistas y biográficas en segundo, fáciles de arramblar, pero qué es de su literatura, sus mundos, modelos, experiencias del alma, no de lucha por la vida. Chukri empieza y termina en Chukri, o en un DISCURSO sobre él, ya cansino, que lo suplanta, como el personaje suplanta la obra.
Si se tratara de artes visuales y apropiándonos de las categorias estéticas que sirven a su hermeneusis, resultaría fácil dar con su iconografía, pero no con su iconología, y tras el denotatum no encontaríamos lo connotado. No tiene un mundo de vida y experiencia, representación del mundo, una cosmovisión que lo trascienda, y que la podamos hallar también en nuestros más intrincados pliegues del alma, de experiencia interior que se pueda compartir con alguien, una metafísca, anhelos interpretaciones, representaciones.
Chukri externaliza y objetiva la sensibilidad de vida. Ideológicamente esta mudo, no solo políticamente, sino en su expresión genérica, son ideas de barra de bar de madrugada. El culto tangerino le ha elevado a una peana para hacerlo antropocéntrico y litúrgico.
A Alberto Gómez Font, como escaparatista de Tánger, debiera corresponderle la administración única de su figura de hechura logicamente antropomorfa, con sus reproducciones en distintos materiales a la venta.
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