Cuando teníamos su edad, viendo la misma vajilla resistente a mil batallas, nuestro comportamiento distaba en mucho del de ellos hoy
Aquí figuran madre y niño
En esta ya tenemos metida a Rosita, que es quien queda del núcleo central arrinconado ahora por los jóvenes; nosotros lo fuimos de manera más radikal, Rosita aporta el caviar Beluga. Yo puse grandes crustáceos, y se vuelve a decir (afamar, si el neologismo es posible) que en casa se come muy bien, ya lo asienten y muestran los americanos de Chicago, su hija Eloise, la americana turca Serenat y Mario, marido, simple greencard, aunque científico doblemente tránsfuga, de la universidad a la empresa privada, siempre americanas y regreso, con suerte como patrocinador de inversiones.
El natural informalismo norteamericano, se contrarrestó cuando la caneriedad-esmoquín se apersonó. Subimos todos, a cumplir con la tradición, al techo de la azotea desde donde se domina la bahía de Santa Cruz y sus géiseres de fuego y traca, provistos únicamente de champú y copas. También post dinner sobrevino la epifanía de nuestra My fair lady, una mezcla de Boston y París (Champs Elysees, no voy a mirar como se escribe), rondada de misterio. El eterno femenino
Este es el primer esmoquin que ha entrado en casa, Daría pie a un capítulo de Canarias y los esmoquin, que fue una de las cosas que me llamó la atención cuando vine la primera vez a Canarias en navidades de 1979. En mi pueblo, Bilbao, era imposible verlos. Mis padres fueron a vivir a Getxo, justo colindantes con el Marítimo del Abra -hace años (ahora con advenedizos e infiltrados en general) uno de los lugares de la alta burguesía (oligarquía) vizcaína, es donde se veían. En Bilbao, jamás vi. quizá por la Bilbaína, pero lo que es en Canarias, un estallido de brotes op art.
Dani Mac Daniels íntimo de Eguiar desde el Monte-story, músico, también con la vida canalizada pero en abierto. Es un aventurero, al lado, el científico de alto cientifismo en Richmond Virginia, ya por vía Colegio mayor complu.
El inevitable: my FAKE BROTHEREl natural informalismo norteamericano, se contrarrestó cuando la caneriedad-esmoquín se apersonó. Subimos todos, a cumplir con la tradición, al techo de la azotea desde donde se domina la bahía de Santa Cruz y sus géiseres de fuego y traca, provistos únicamente de champú y copas. También post dinner sobrevino la epifanía de nuestra My fair lady, una mezcla de Boston y París (Champs Elysees, no voy a mirar como se escribe), rondada de misterio. El eterno femenino
Una imagen freudiana sobre la horda primitiva, ya somos los desplazados, aunque Rosita les paseó vida intensa vivida.
El primer día del año, ajardinados. Tanto la turca americana Serenat como yo estuvimos (3 guerras mundiales entremedio) en el Deutsche Schule de Estambul y Bilbao, otro de los idiomas que he logrado no hablar.
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