Es tal la complejidad de la sociedad civil moderna, su autonomía y dinamismo, que casi, como se decía de Italia, puede mantenerse al margen del gobierno/Estado más enfangado y de emponzoñado empeño despótico (radicalmente anti-ilustrado) como el español. La proliferación de ministerios de relleno con sus respectivos enjambres de altos cargos y asesores, retribuciones de asaltos, la improvisación de funciones de pretensión moralizadora y pedagógica, con desdén fóbico por la economía y la realidad, dirigidos a una sociedad de menores de edad que patanes iletrados quieren modelar, cuando ni saben gestionar presupuestos quiméricos; patrimonialización privativista de todos los resortes del poder sin excepción, capaces de colocar a novios, hermanos, padres, hace que te preguntes: ¿Y esto cómo puede funcionar?
La corrupción ha pasado de ser de partido, el PP, que
afectaba a su financiación y sobresueldos todo dentro del partido, a los ERES de Andalucía, inaugurando el PSOE
la corrupción sistémica, ya que consistía en la utilización de instituciones y
competencias del Estado para beneficiar
a su estructura clientelar. Todos
los embates desde el propio gobierno por la degradación institucional de los
poderes del estado, el judicial, un legislativo con escaños social-comunistas y
etnicistas dados al camorrismo parlamentario desde carencias formativas
insólitas en escalas semipreparadas, la erosión voluntariosa de la monarquía,
que solo la autorregulación de la sociedad civil, afortunadamente,
consigue atemperar.
La corrupción sistémica es la que afecta no solo a las
funciones institucionales sino al plano
de moralidad y responsabilidad pública,
a la cultura democrática que hemos preservado en los últimos cuarenta
años. Optando por la concordia, el principio de legalidad, de división de
poderes, frente al sectarismo
nacionalista/izquierdista y su demente, pugnaz guerracivilismo contra la
mitad al menos de la población, gobernando despóticamente contra el enemigo
absoluto: el significante “extrema derecha”.
Lo que obliga a la oposición a
acudir a Europa en defensa del interés democrático de la sociedad para denunciar
y saber lo que ocultan o mienten. Europa es nuestra nueva y última instancia
política. Sin ella: Venezuela.
El cúmulo de fechorías del bloque
ultraizquierdista/ultranacionalista, vulnerando la propia legalidad, restalla
con el indulto de Juana Rivas, con una
miseria moral digna de los nazis. El desmantelamiento del Estado en Cataluña ha
llegado a las cotas más nítidas y homólogas del apartheid de Sudáfrica y los
estados sureños norteamericanos de los años/60. ¿Cómo se ha llegado a lo del
niño de 5 años, las amenazas y manifestaciones, por el ejercicio de un derecho
fundamental de la Constitución y todas declaraciones de derechos? Un presidente
psicótico, un pelotón de paletos, vagos
crónicos y marginales(as), aunque algunos formados: sin escrúpulos, mediocres,
oportunistas. Amorales fanáticos unidos.
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