Hubo un tiempo en que el periodismo se erigió en el Cuarto Poder porque realmente ejercía una labor de fiscalización del poder político con destacada influencia, por su enorme credibilidad, en la opinión pública. Pero ahora se han invertido los papeles, ya que es el poder político el que censura y busca expulsar al Cuarto Poder (su sector más autónomo y disidente), no exactamente el ejecutivo, sino el bloque del legislativo, de Las Cortes y sus ruedas de prensa. La acusación contra los periodistas díscolos (los compañeros callan, tan solícitos solidarios que eran) es la de ser “burbuja mediática de extrema derecha”. ¿Qué podría ser esto: persona jurídica complicada, ente metafísico o físico, metáfora con vates de beisbol? Pues mucho más sencillo: son dos televisiones incipientes, llamadas EDATV y 7NN que hacen preguntas inconvenientes a la coalición legislativa de ultraizquierda/ultranacionalista. En su solicitud (estos y sanchistas) de expulsión del Congreso les imputan hacer preguntas muy indecorosas, cuando en realidad los fachas-burbuja extreman la educación y modales, parecen salidos de Oxford y antes de Eton en la actuales Cortes, de performance y cacareos arrabaleros y tabernarios que el chulapón Rufián comanda. Les niegan su condición periodística (de Primero de Fascismo/Comunismo), cuando a Javier Negre le he leído en El Mundo y sale en televisión prácticamente las veces que la enciendes, pero se ha decidido que no son periodistas, con idéntico método que los nazis consideraron a los judíos no humanos, demonización fundamental. Primero el anticristo extrema derecha, luego consecuencias derivadas, el chivo expiatorio habilitará todos los desmanes contra judíos, burguesía, clérigos, “españoles”.
Lo que hace la “burbuja mediática de extrema derecha”, según
el escrito de acusación es “romper el
clima de cordialidad y decoro entre periodistas, políticos y personal”, pero en
el párrafo anterior, de generar más “clima
de tensión”. Va de “climas” muy
contrapuestos, de lo líquido estamos pasando a lo gaseoso y
meteorológico. ¡Sin hechos ni fundamentación!
De repente los representantes más cazurros, marginales y paletos de toda la
historia parlamentaria coinciden con los
woke norteamericanos (cultura de la cancelación) y vienen a actuar como ellos,
aunque con estilo venezolano parapolicial
trufado del matonismo, insultos,
ofensas de Bildu y Rufián, y menos como
los woke que dominan Harvard o Stanford, a océanos de la indigencia formativa
de los nuestros.
Se dice a cuenta de esta ofensiva de exclusión/cancelación que el silencio de los corderos periodistas se debe a ser cautivos de subvenciones de supervivencia, pero más parece esta inhibición típica ante el fascismo/comunismo, escondiendo la cobardía conjurada como combate incondicional contra la ultraderecha de VOX (partido constitucionalista, Savater nos recuerda).
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