domingo, agosto 01, 2021

Con Octaviansky hablando (más él) de las dinastías francesas Plantagenet y Capetos

 y del  Bearn, la lengua de oc y de oil, los hugonotes (la biblia de Johannes Leizarraga y el euskera batua), la Noche de San Bartolomé y Leonor de Aquitania. Aventuro que tal vez la princesa de Asturias lleve el nombre de Leonor por Leonor de Aquitania, que Rosita tan bien  conoce. 
A  la lindísima  y absolutamente afrancesada  María Jesús no le había visto desde la excursa a Úbeda ubérrima. Una vez  establecido el afrancesamiento, ha de aparecer la imagen/el estilo que te ha llevado a Francia, 

Le digo que no tanto  Catherine Deneuve (de las nuestras: anti Me-too, que como toda la imbecilidad epocal, se erigen en representantes de todes) como su hermana, François Dorléac, que se malmató (neologismo que incorpora la lástima) en un accidente. He aquí ella. 

El príncipe Octaviansky es mi último Sr advocat (amigos y colegas de letras), y vamos a comer cochinillo que gusta a todo el mundo menos a mi, que lo despanzurro, para que dé la impresión de mordisqueado. Y ellas las camareras todo el rato -¡que agobio!- ¿Qué tal está? Y miran mi plato con reprobación. Que falta  de clase. Hay más cosas pero yo pellizco alguna patata frita, como al descuido. Me zambullo en un gintonic y luego vamos a otro estilo ciudad de La Laguna, donde mediante el salto del ángel me vuelvo a zambullir en otro. Nos prolongamos hasta las 2:30, ni toque de queda ni ahí te quedas porque nos vamos. 
Esta mañana llamada de Idoia, que muy bien por Zahara de los Atunes, que cuando vaya a Bilbao me va a ir a buscar al aeropuerto. De darle un libro mío a su primo Imanol Uribe. Que sí, no vaya hacer un película con él, lo que yo suelo escribir no suele ser lo más oído y previsible.
También  hablamos de hacer la presenta en el Club Marítimo de El Abra, sede de la oligarquía financiera industrial vizcaína.

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