Por fin me tuve que poner la sudadera con NYC de leyenda pectoral, que me da mucha seguridad y cosmopolitismo, en el verano más frío de mi vida, salvo 3 días tórridos.
Respeto mucho o casi nada a los privatistas de sus vidas, los atrincherados en ellas y no expuestos a las miradas escrutadoras exteriores, pudiendo darse que no interesen a nadie, que es lo común. Aún así a mi me gusta mostrarla, creo que es por el desdén que se vierte hacía el exterior, a la mirada social. Quiero pensar que es la forma más directa y barata de dejar claro el desinterés por los ajenos en juicios y cuestiones axiológicas de todo tipo.
Es como un estatuto de indemnidad, de estar al margen de criterios o inspiraciones, saber toda la lejanía que desprendes con tu proximidad de acceso. Con suerte y en alguna ocasión puede incluso ser un acto de provocación frente a toda la gazmoñería ambiental. La mejor opción que conozco contra aburridos y aburrimiento general es la provocación, revuelves las aguas mansas y monocordes, con chispas en las sonrisas.
En esta foto se observa como el jersey al cuello con el que se presentó mi hermano (de espaldas) ha ido descendiendo hasta la cintura, es una muestra más de su hostilidad hacia el estilismo, y como no sirve de nada el circunstancial coach
Traemos aquí a colación dos modelos de moradas/miradas, la magrebí de los riad y las casas sin cortinas de EE.UU. y Holanda
En las moradas magrebís se vive de espaldas al exterior, paños y muros sin ventanas, todo girando en torno al patio central interior. El norte calvinista, puritano busca el escrutinio moralista comunitario de las vidas privadas
Con Yasmina nuestro gran encanto familiar y su hijo Eduard hablan (y escuchamos) en catalán, muy al desgaire, sin asomo de etnicismo.La directora de Disney detrás y su ayudante. Rosita abriendo unas botellas de champú (o cava), por si nos apetece.La hegemonía ayer fue de Relaciones internacionales, Ana G profesora de Derecho, lo es de relaciones internacionales en la facultad de periodismo y en la de Derecho,
mi nuera con la satisfacción del deber cumplido. Me dediqué a brindar por Disney, aunque me hiciera ver que Disney no necesitaba mis brindis. Pues por eso mismo.
Un perfil de mi hermano que o calla como un muerto o conferencia de los más variados temas, si fuera su madre me haría muy feliz por el apetito con el que come. Le escondía bandejas ¿Dónde están? inquiría. Pues se han acabado, mentía
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