Siendo la situación de la mujer en Afganistán y en áreas de rigor islamista tan envilecedora y dantesca asombra sobremanera la absoluta indiferencia histórica, ausencia radical de solidaridad, empatía, sororidad del feminismo, solo pendientes de su zonas de influencia y poder. Y saqueo del erario público, más allá de toda decencia.«Nos están matando» un grito histriónico muy común entre el feminismo legionario-falsario, otro pensamiento digno de su horizonte cultural era «solas y borrachas» –no recomendable para nadie, salvo, que sin querer, pienses en estados policiales–, ahora la astral Lastra encesta a España en lugar seguro para mujeres. O el retroceso conceptual (talibán) a la antropología primeriza naif del heteropatriarcado, ahora talismán.
La inteligencia cognitiva de la perspectiva de género en el estudio de las matemáticas, la creatividad analfabeta y marginal de talleres para las nuevas masculinidades, la lucha de sexos/lucha de clases, las cruzadas contra piropos, imágenes (el último de Tangana), ropa de mujer inadecuada por sexy, contra profesiones de mujeres, de azafatas u otras igual de indecorosas, letras de canciones, costumbres de cortesía, nombres de toros, su erección en rigurosos tribunales del lenguaje e interpretación oficial, de moral y costumbres, con la soberbia de su incultura tan aterradora para crear religiosos metalenguajes estúpidos. La permanente invasión coactiva y normativa en la vida individual de las personas, se hunden en la lógica talibán de prohibiciones con reeducaciones. El sectarismo absoluto de esa gañanía política y activista profesional, lo comparte con los talibanes, estos en acto y a plenitud, nuestra tropa de progreso y feminista en potencia, en cuanto a fundamentos y lógica, por distintos que sean sus discursos. Así ignoraban a sus víctimas, las escamoteaban por ser diversidad cultural. Su odio es contra Occidente democrático. Se trata de disciplinar a las mujeres (talibanes), a mujeres y hombres (feminismo legionario).
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