Nada he leído del yidis en Tánger proveniente, con todos los refugiados judíos, del este de Europa, de paso o después arraigo. No hay razón de ellos, sino el alusivo, como “los espías del Minzah”, que emprendieran negocios, alguno se particularizara. ¿Lo judío realmente interesó a alguien? Entre todos esos refugiados del este de Europa, podía haber del Bund, mencheviques, rusos blancos, más bálticos, polacos, húngaros… Su lengua, el yidis era muy superior desde el punto de vista de su extensión, cultivo y repercusión. Era lengua literaria de mucho rango, no como la jaquetía. El yidis askenazi (pudo haber sido el idioma oficial de Israel) es el del Nobel Isaac Bashevis Singer y de Shalom Aleijem. Philip Roth y Kirk Douglas escaparon de su cerco en Newark, Nueva Jersey, para vivir y hacerse norteamericanos iguales. Esto supondría empezar a hablar de política. No todo ha de ser divertido antifranquismo de hojalata y garrafón, perdón, de progreso.
Quizá hubiera de existir en Tánger además de la constante alusión genérica a los refugiados judíos del Este, a los que escapaban de los lager de Europa, apellidos askenazis, noticias del yidis, algún lugar de reunión, alguien con nombre propio, o sinagoga particular, no distinto a como se puede ver apellidos askenazis en Gibraltar. Los apellidos askenazis son con mucho los más conocidos de los judíos.
Tanto que se habla del tránsito de los judíos del Este, desde Tánger a América, Hispanoamérica incluida, se sabe que la mayoría de los judíos asentados en Hispanoamérica son askenazíes y no sefardíes, la enorme judería de Buenos Aires es mayoritariamente askenazí. Los judíos marroquíes, sefardíes, allá mantienen vínculos nacionales.
El tangerismo literario español ha trocado y redirigido el exotismo, lo pintoresco y misterioso que el occidental veía en el mundo musulmana, a la jaquetía y Rachel Muyal con algunas decenas de judíos, con el culto profundo a urnas y reliquias, exvotos y criptas. El jaquetía era solo una opción para los judíos; como el vascuence en el siglo XIX en una sociedad industrializada, era una rémora para el futuro. Shlomo ben Ami en una entrevista en Frontera abierta dice que en su casa se hablaba español, el estándar, y vaya que si vehicular por como le sirvió, sin la hipoteca de los bordados de la abuela en la gaveta.Se trata, creemos, de una formidable acotación dispuesta
para el consumo “familiar” y amigo. Hay exaltaciones (incluso deificaciones) de
detalles que nublan la visión de los
contornos y desprecian la profundidad de
los fenómenos.
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