viernes, agosto 27, 2021

No me fío de los que despotrican de los pijos; pijos cayetanos siempre antes que izquierda caviar

Que uno cojee abruptamente no es incompatible con algunos largos

Hacía  años que no iba a Puerto Banús. Tuve la infinita suerte de pillar el bar de Dinio, aquel cubano vividor que se arrimó a Marujita Díaz  e ir también al Olivia Valer como si fuera un pijo más, un pijo cayetano, ojo,  y no de la impresentable izquierda caviar, que son como los de la Iglesia evangelista, pero de testimoniales absurdos e hipócritas,  sin metafísica  ni adarme de autenticidad.
Una piscina idílica viendo debajo el Mediterráneo. No hay gente, esperaba ver a pijos madrileños, sres advocats de pantalón corto color teja y camisas blancas sueltas y gafas. Pierde mucho el lugar tan desprovisto.
Este puestecito de ostras y botes de anchoas está en el Corte inglés más macro, el de Puerto Banús, recalé porque había cervezas (dentro del supermarket) y debía sentarme. A ver si pasaban mis pijos cayetanos, con riesgo de toparme con el pijo izquierda caviar con Lo País. Siempre afectando. Me encantan ver a los pijos, no había muchos pero sí para unos pocos avistamientos.
El heteropatriarcado como continuidad falocrática criminal


 
De los primeros acuarélidos que pinté, me gustaban, pero distraídos han terminado en Marbella





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