Las muletas de momento discuten entre ellas, son como caballos salvajes a falta de doma y sometimiento. Cuando logré la verticalidad me encontré muy alto y muy distante del suelo, pero sin vértigo.
De momento estoy en la fase en que me mantengo de pie con las dos y muevo la pierna rota en derredor, pero sin coger las muletas salvo para tratar de experimentar si la mala aguanta todo mi peso. Está convertida en pata de palo y da seguridad, la que no dan las muletas, y pensar que hace 20 años fui un genio en su manejo, y que cuando me las quitaron casi me pongo a llorar, o lloré, no recuerdo.
Esta foto ya es un foto que llamaremos de positividad, más aliñado, todas las anteriores que a mi me gustan tanto, me parecían darme pinta de poeta hambriento (no de musas y versos sino de laureles y arrebato dionisíaco) y no enfermo como algunos creyeron,
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