Esta fue la primera, vino desde Rabat a una presentación a las Palmas, la otra vez me lo propusieron autoridades académicas de una gran universidad marroquí, incluso mandé las galeradas de la edición española pedidas. Como de ellos partió y ellos se retiraron, pues te quedas igual. Hubo un tercer contacto, menos verosímil. Empecé solo, sin conocer absolutamente a nadie y sigo solo. Como yo no escribo novelas o ficción, las ventas ni entran en mi cabeza sino la repercusión y efectos. Repercusión, que me llamaran, sabían de mis libros, que alguno está en la biblioteca nacional de Australia y en universidades americanas, que no pasaran del todo desapercibidos, lo que para mi eran insólitas sorpresas- Efectos, es tratar de influir, (filosofía moral) minar, socavar erosionar lamentables hegemonías discursivas en la opinión común, la de los españoles prosaharauis amigos del totalitarismo. Ese cúmulo o crisol de ignorancia, holliganismo, inmoralidad y afección totalitaria, Sí tengo la impresión de haber estado en el origen de algunos de los actuales puntos de vista. Por ejemplo en la imputación ahora común de llamar a un movimiento de liberación nacional, totalitario y alguno más.
Yo escribí para (contra) esos españoles y españoles en general, porque no lo aguantaba, no creo que aportara nada, absolutamente nada a los marroquíes, seguramente se lo diría a los traductores en grado de tentativa, porque estaba muy claro. Qué puedo decir y quién soy para decir nada del Sáhara a los marroquíes. Bastante tengo con los españoles, con los que por diversos motivos, los demás nada graves pero sí pintorescos, siempre tropiezo. Sin contar a los vascos, que durante décadas me han tenido a mal andar más que nadie.
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