Me imaginaba que de ganar Marruecos a España el comportamiento de los marroquíes (españoles o no) en España iba ser el que ha sido, como el del español de mayor arraigo igual. Hablando con un amigo convenimos la víspera del partido que lo ocurrido en Bruselas no iba a pasar en España. Coincidimos en que los españoles no son racistas.
Los españoles de origen marroquí tienen todo el derecho de identificarse más con el país de procedencia familiar y cultura mamada en su casa que con España, y desear el triunfo de la selección marroquí. Además tienen que poder elegir por la duplicidad de su identidad: una preferente en relación con la otra y esta otra más operativa, práctica y real, aunque no afectivamente primera.
Hay que destacar que la gran mayoria de españoles no marroquíes, no se han molestado en absoluto por la celebración de su propia derrota, dando ambos un ejemplo de convivencia e integración absolutos. Y envidiables. Lo que dice mucho del fiuturo.
Victimismo de un lado y desprecio/racismo de otro, se puede seguir utilizando cuanto se quiera, pero no son relvantes: hubieran saltado. Me vino a la cabeza una frase en Frontera Abierta de Emilio González Ferrín: las culturas no dialogan, lo hacen las personas. A ver si va a resultar que dialogar es sonreir, saludar, felicitar, comprender al otro, tolerar. Sin que tenga absolutamente nada que ver con departamentos universitarios
En su día escribí aquí contra el Manifiesto de 250 intelectuales españoles y marroquíes y lo he vuelto hacer en mi libro a punto de salir (este que está aquí), por tanto me viene bien traerlo a colacióm.
Ese manifiesto es todo lo contrario a lo que pienso y con la suerte de que el comportamiento en España de la mayoria y de la minoria marroquí me lo confirma. Ya es tarde para tratarlo en este libro.
Siendo la situacióna absolutamente política y diplomática tras ocurrir la acogida del Ghali en Logroño, ocultación a Marruecos, elusión de explicaciones, advertencias con retirada final de la embajadora de Marruecos, crisis de Ceuta y demás hechos objetivos políticos concatenados. Estos intelectuales consiguen eludirlos todos, y no ya con juicios críticos y análisis desacertados, sino con plena omisión de hechos, mientras se postulaban ellos mismos para resolver la crisis gracias a sus departamentos y contactos gremiales entre las dos orillas.
... El manifiesto, al menos, nos deja claro una autoría que es
la que motiva su redacción, que convoca a españoles y marroquíes a plantar cara
“a ese discurso erróneo y envenenado que están utilizando algunos grupos
mediáticos y redes sociales basado en
bulos y manipulaciones perversas”. Por fin aparecen los actores de
escaladas, reproches y discrepancias que ¡mira por donde!, no son posibles en Derecho internacional, que es de lo que va, en el concierto de
relaciones entre naciones, sino “grupos mediáticos y redes sociales”. Esta autoría de los “grupos mediáticos y
redes sociales”, con bulos y demás, vuelven a aparecer en el párrafo octavo con
invitación a ponerles freno. Es obvio que tanta metafísica huera se sustraiga a
los hechos, lo sucedido, las diferentes responsabilidades -todos las tenían-,
el mínimo afán de clarificación y análisis con conclusiones. No digamos nada
que suene remotamente a política.
De aquí se arriesga una conclusión torticera e inverosímil,
como es que con ello “se supera la naturaleza diplomática del conflicto actual”
¿Pero cómo va ser? Tildar de “naturaleza diplomática” a cualquier conflicto
entre países no puede decirse que sea un diagnóstico de precisión. Todos lo
son. A doscientos cincuenta
intelectuales se les debe exigir un poco de esfuerzo, incluso intelectual. Esto
sí que es una cierta manipulación y falsedad, o una distracción. Porque se nos
hace difícil concebir tanto desprecio a los hechos políticos, a las medidas
materiales diplomáticas, y a lo que es todo su transcurso, los meros
presupuestos fácticos desencadenantes, como
al orden causal de realidades ciertas y jerarquía axiológica concatenadas. Con delicado apoliticismo.
Denuncian, ya en el segundo párrafo, que estamos ante un discurso radical e
innecesario que pretende acabar con el gran esfuerzo de diálogo, investigación
académica, colaboraciones (me da que el ámbito académico -una urna de
indemnidad- poca influencia tiene en la vida política internacional, y es mucho
mejor que siga así). De hecho, había algún universitario que, proclamando un
negro futuro con España (incorregible), recomendaba que Marruecos se centrara
en Hispanoamérica. Una ruptura o puenteo inocuo, teatral, reactivo....Apelan a la sociedad civil erigidos en su vanguardia
privilegiada, exudando autocomplacencia
endogámica y corporativa, que no ocultan, sino hacen gala.
A esa labor posteriormente llamarían diplomacia paralela, siempre ajenos a la calle, las personas y su trabajo y vida diarias.
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