En la historia de las religiones no habrá ha habido una sola vez que cualquiera de ellas haya convocado en un acto a 4 ó 5 millones de devotos y además en trance (como derviches).Mi preferida en el Mundial era Argentina, en que no ganase, contaba con este éxtasis, la gran borrachera, la masa rugiente con las emociones desbocadas, haciendo olas gigantescas de sugestionabilidad y pathos, el estallido de colectivismo que anula cualquier noción de individuo convertido en hombre-masa instintivo.
Tanto laicismo argentino, menos cuando les sale un papa montonero, tan modernos, lacanianos, polistas, hípicos, tenistas, futbolistas, de rugby, sobre todo tan infinitamente esnobs, chovinistas y sobrados, narcisistas y petulantes, ególatras inválidados para cualquier empresa colectiva y propuesta de futuro y superacion. Ese conatus essendi espinoziano de perseverar en el propio ser, en un círculo vicioso del que jamás escaparán.
Una foto antitética, mesura y racionalidad, y el respeto demostrado de nuevo renovado ¿dónde radica la racionalidad y la mesura, la humildad y las personas, la celebración contenida del deporte?
Los efectos del Mundial en el caso de Marruecos, no se circunscriben al deporte, dados los comportamientos y espríritu vistos, sino que supondrán un avance de la sociedad, que ya lo está siendo, designación de sede del mundial de clubes, aumento del turismo, eso de momento, pero también fiabilidad, organización y competencia, humildad y diálogo, el respeto al espacio público.
Siguiendo con Spinoza, more geométrico
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