Me he leído a ráfagas mi libro ya editado, y he hecho lo que creo sé hacer. El grado de inadaptación, conflictos variados, deserciones, rupturas, de las que hago gala -¿somos dialécticos como Marx o no somos?-, son los materiales de que dispongo para poder armar el libro, si fuese un barco, que navegara ligero y muy marinero: proa muy afilada con bastante abanico, nada de balsas, colchonetas, ni pedales de lagos.
El lugar es mi exdespacho, ya sin un solo libro de Derecho; literatura canaria (más ensayo, ni uno solo de géneros), Marruecos y el Sáhara
Como no escribo novelas no tengo un modelo que me guste, una inspiración en algo que quisiera hacer y pudiera configurar y darle un contorno, como tampoco escribo tratados, tesis.. tampoco tengo patrón de nada.
Me someto a la espontaneidad como necesidad y flujo generador. Me puse como siempre a escribir sin plan pero con propósito. Lo que ha salido me gusta, no tengo referentes para poder medirme, si he llegado o no, si vaya.
La mordacidad, lo cáustico, la provocación, la irreverencia deberían componer un género por sí mismo. Gracias a esas aptitudes el empuje crítico se dispara, y las realidades tocadas se iluminan atrayendo mayor atención.
El comienzo de mi libro:
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