Las patrias del
librecambismo, el libre comercio y los mercados no parecían llamadas a encabezar mutaciones simbólicas que marcaran con hondura la irrupción de elementos nuevos y ajenos a
los bastiones de poder. Un área en la que ocupa lugar preeminente el mundo
anglosajón y en donde parece que el hombre blanco, no presta mucha
atención a sus cazadores de cabelleras. Quien no suele creer
en el dinamismo social, en los recursos del propio individuo, lo hace en
políticas de discriminación positiva, de la que ya hay demasiada literatura
sobre su absoluta inanidad y efectos perversos (empíricos) a medio plazo. La
prueba: la infalible escasez y claustrofóbica opresión. No destacando porque
sean un factor dinámico de creación de riqueza, la condición para su redistribución
teórica. Cuando la izquierda fue dejando de comprender el capitalismo y la
explotación, entrevió la nada metafísica porque le dejaban de salir todas las
cuentas, concibió de la mano de Foucault buscar nuevas contradicciones y
negaciones, que sustituyeran capitalismo y explotación por la proliferación de
sujetos mártires pasado o presentes, que señalaran implacables al lugar del mal
radical. Como ya no había mecanismos ni procesos objetivos que alcanzaran a
redimir, lo que hicieron fue reclutar a todos los sectores insatisfechos,
compungidos, resentidos pero fundamentalmente justicieros, dispuestos a la caza
del hombre blanco. Aun simbolizados en piedra, como referentes históricos para muchas
generaciones, ellos demolían. Ahora estaba orientado a la diana el carcaj con
las flechas de los guerreros de la justicia
sindicados con Black Lives Matter, Me Too, y los universitarios
millonarios de las grandes universidades con su cultura de la cancelación. Los mayores censores y purificadores del mundo
capitalista han descubierto a Lucifer en
el hombre blanco que imponía al mal entre colonias de seres vivos, con o sin
caparazón, y sin un solo mérito de atenuación. Un prisma drásticamente
teológico. Sin embargo el resentimiento woke es incapaz, en su mundo segmentado
entre criaturas puras e infames, de percibir la accidentalidad y contingencia,
tan solo esencias puras. El blanco se va haciendo más oscuro. Destinada, por
tradición, la presidencia americana al hombre blanco, Obama con su familia la
alcanzó, que representaban (la comunidad
negra) el 13% de la nación. No ocurre nada parecido en Cuba, por ejemplo.
Resulta que el hombre blanco (el primer ministro inglés) no es solo indio sino de religión hindú, el alcalde de Londres no solo es pakistaní sino que además es musulmán, Obama y familia negros, Kamala Harris vicepresidenta de EEUU, india; ministros conservadores noruegos contraen matrimonio gay , el hombre blanco va suplantándose de forma natural pero eficaz. Evidentemente, les están volviendo locos.
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