jueves, noviembre 03, 2022

De regreso a Tenerife desde Bilbao

Esperando anteayer el taxi en el portal de Las Arenas de Getxo,  marea alta y el agua de la ría al fondo  cabrilleaba. En realidad esto se lo estoy escribiendo a un amigo que nos gustaría muchísimo que se pasase por casa. Desde casa se puede ir al Guggenheim y al Museo de Bilbao, ahora con la ampliación de Norman Foster y en obras, sin tropezar con un solo obstáulo físico, ni uno solo, ni en el metro ni en el autobús para ver la ría. 
                           
Ni tampoco en el portal que ahora tiene una rampa que llega justo a la puerta de casa,  y que yo no tuve el año pasado cuando me repelieron  y satanizaron en el Hospital de Basurto por la pequeña doctora, de estatura borde de la camilla si levantaba la naríz, que me diagnóstico ironía y alto bordismo (muy borde), y donde no se me intervino, teniéndolo que haberlo hecho. Tuve que arrastrarme sín rótula por escaleras y felpudo central. Dos veces regresé  en silla de ruedas en avión a Tenerife. La segunda: derrame sinovial. Hablamos. En toda Las Arenas no hay un asola acera que no esté rebajada y en Bilbao igual.

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