Había leído este libro que me conmovió, recuerdo que me hizo sentir Paris humanizada y hecha cartografía de piel con los poros a la vista, granos, lunares, algún rasguño, al punto que se lo regalé a una amiga que escribía sobre literatura de la ciudad y al reves.
Pero el otro día comencé a leer la trilogia de la ocupación alemana en París y el gusto de su lectura me condujo -otra imaginación, subjetividad, creatividad, rupturas- al fenómeno noir, novela negra, policial, o como se haga llamar.
Mire a donde mire, sea norte, sur o centro la eclosión de la novela negra es un torbellino que bordea el paroxismo por el número de novelistas y el modo de encauzar vocaciones que dinamiza, y los títulos y celebraciones que impulsa por doquier.
Mire a donde mire, sea norte, sur o centro la eclosión de la novela negra es un torbellino que bordea el paroxismo por el número de novelistas y el modo de encauzar vocaciones que dinamiza, y los títulos y celebraciones que impulsa por doquier.
Aunque no sea un sentimiento o convicción que me acompañe (lo es el Sáhara p.e.), si recapacito doy con que he escrito sobre literatura, siempre sin plan previo o proyecto, 5 libros, y uno descubierto ayer sobre Tánger y literatura de acampada en Harvard. Debo confesar que teniendo muchos libros, no creo que haya ninguno de novela negra, de noir. No he leido ni a los notables como Raymond Chandler y Dashiell Hammet que tanto los oía citados de joven. Mi desinterés intuitivo y aprori, es de siempre.
En mi libro ahora en publicación En Tánger, la literatura, una conversación pendiente opongo escrituras, literaturas, para mi algo esencial. Pero no se va a dar ninguna conversación, ya lo sé. Todos los sobreentendidos estan en otra onda, por eso escribo, un gesto de rebeldía, una protesta razonada. Ocurre sobre Tánger y otros lugares. El tiempo de los sentimientos, los impulsos, el optimismo no es el de la razón, nadie debate nada, nos quedan los penegíricos o los pliegos de cargos destinados a la papelera y si ello fuera posible al menos la protesta y provocación para su efecto. A marcar distancias si no hay discusión.
Mientras los peregrinos entregados a la escritura se dirigen avasalladores a la novela noir , los novelistas consagrados, que no la han cultivado nunca, la abandonan, ya han decretado el fin de la novela en cada caso Félix de Azua, Antonio Muñoz Molina, Javier Marias, probable Cercas, Enrique Vila Mata, Bernardo Atxaga o Martin Amis ¡Qué cruce de destinos!
Si a unos el cansancio y repetición, la busqueda de otra expresión y experimentación o indagación les hace dudar y cancelar experiencias estéticas devenidas en ejercicios, ya hecha artesanía, a los otros les cunde un optimismo exaltado con una cohesión rabiosa.
En Tánger, la literatura, una conversación pendiente vuelvo a citar a Peter Handke, Ernst Jünger, y me alineo con Thomas Bernhard, George Perec, Don Delillo. Es literatura y por tanto no se sale del libro, ya que todo vive en él numinosamente, así es la experiencia y comunicacion literaria. Y esta literatura con mayúsculas la opongo a la narrativa de entretenimiento, de géneros, o acción, de acontecimeintos externos más o menos trepidantes siempre en espera del desenlace, que le de sentido. El desenlace como gran enlace.
Esto da mucho más de sí.
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