Ocurre que sigo donde los famosos vascos y con dos amigos que he hablado ninguno da importancia a lo que doy yo del libro. A mi entender es el más novedoso a la hora de abordar el nacionalismo y el más profundo (familia, mitos, valores, pertenencia) con diferencia, planteado de forma vivencial, espontánea, diaria y trans-generacional, fuera de todo prisma político de contraste y ayuda a la navegación. A lo que se ve, han tenido que pasar años para que surja un solista en tierra feraz para orfeones, coros, cuadrillas, txokos y febril asociacionismo. Lo común, comunal, colectivo, transpersonal.
El abandono del nacionalismo familiar de Arteta, es gradual, estrictamente personal y sin el amparo de una ideología o militancia que le descubra la verdad del mundo, lo recoja y de calorcito.
El VIAJE A NINGUNA PARTE
Tanto exnacionalista (en principio) siempre y todos, al menos los que han escrito, se hacían con otra pertenencia y grupo de acogida: trotskistas, maoístas, comunistas, socialistas, como buenos y esencialistas vascos iban invariablemente a otras pertenencias, grupos y colectivos de mayor cohesión siempre. Salían por eso ganando. Con otro amparo fundamental: disponer de nuevo marco conceptual y de comprensión, y discursividad cognitiva y moral. Lo que nadie hace o ha escrito es dejar el nacionalismo sin nueva narratividad y marco conceptual de comprensión compartido, no disponer de ese armazón y lecho es lo que hace más valiosa y literaria su peripecia vital, e insólita.
Es un testimonio de una evolución personal sin que suplante credos y pertenencias por otros, que es exactamente lo que todos han hecho, generación tan hiperreligiosa a excepción de Arteta.
Con una infinita paradoja, que saco en mi libro, desertaban del nacionalismo para dirigirse a mayores rigores de fe, maoístas, trotskistas, comunistas y todos iban regresando a él, los unos, y gradualmente, a la izquierda abertzale o PNV, los otros que faltaban -al final TODOS-, los socialistas que también lo han hecho y además más para Bildu y sin ningún complejo, no sin dejar de reconocer que de la mano de dos estadistas mundiales (como a veces gustan cotejarse): Zapatero y Sánchez
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