Tenía bigote, al menos me había quitado las barbas de progre, y ese bigote ya anticipada lo que décadas después llegaría a ser yo: un facha redomado. Casualidad, porque un poco más abajo me declaro en mi columna de prensa "antifranquista (real) arrepentido". No puedo con mis enemigos de clase (my class enemy), son superiores a mis fuerzas: analfabetismo, marginalidad, señoritismo y prepotencia, inutilidad y psicosis clínica sin gracia ni creatividad.
Constato que al comienzo del dorso de mi mano tenia pelos que asoman también en la muñeca, tan concluyente signo de virilidad ha desaparecido, apenas unos rastrojos decolorados perviven.
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