miércoles, febrero 16, 2022

Aperitivo en el Marítimo del Abra

Desde la casa  de mis padres se veían algunos salones  del Marítimo, nunca había estado en él  ni concebía la posibilidad de hacerlo, bien, pues en un año ya he estado tres veces. Tipo falso socio. Dos cojeando y una sin.   He conocido a una estudiosa de muchas oposiciones ganadas a la que le gustó mucho mi libro vasco  a presentar, algunas ideas. Ella tenia para Idoia un libro (suyo) esencial sobre las Encartaciones publicado por la Biblioteca Nacional. Alguien que se refiere al País Vasco  como paisito (como hace Gorka Angulo y los resistentes al monoteísmo socionacionalista) tienen ya mi simpatía y conexión. Resulta una benéfica impugnación de lo  popular nacional vasco, un trozo de Manhattan incrustado en tierra de credo y fervor monolítico-jatorra. Como sigo donde los vascos, husmeo mucho por las redes locales, y doy gracias  a la providencia, empezando por los dioses griegos y todo el panteón olímpico, el haber pasado el grueso de mi mi vida lejos de aquí. Mi serie de fracasos e indisponibilidades no hubiera tenido límite, aunque no sólo por mi.
Ahora me digo con indulgencia, pero tú también eres de aquí, a ver si mejoro, pero me cuesta.
Siempre seré de donde sea mi nieto: norteamericano -la gran nación cívica- por nacimiento e ius sangunis, indio de India por lado de madre y canario español por padre, y por mi, mi estilo Pozas (licenciado Pozas) que me imputa XY  cuando puedo llegar a  avergonzar
Ay, los progres... de tanta eternidad genética

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