Siendo vasco, renegado, sería lo máximo que desearías oír, aunque no es mucho mérito teniendo en cuenta, como dice la prensa y ayer escribía Fernando Savater, que 180.000 malos vascos fueron expulsados del País Vasco tan monoteísta (teología política, Carl Schmitt), o les echaron o no soportaban el credo monolítico y gregario. Es como vivir en una cazuela de txipirones, a fuego lento.
La mayor aportación que puede hacer un vasco hoy, y antes, es ser renegado, me interesa el país lo que me interesa, de siempre, yo sé donde estuve, que he hecho (y escrito) y hago, y qué los demás, recuerdo el aluvión de conversos en unos pocos años al antifranquismlo radical pero retardado, y al vasquismo de euskera ortopédico, para muestra en los bares y en la simulatio forzada al querer cambiar de idioma materno. Siempre a expensas de la intensa, conminatoria y cerrada mirada del Otro vasco.
Ayer vi un momemto las elecciones en la televisión vasca, ETB, todavía siguen suplantando el sigificante España por el Estado. Neoparla orweliana. Que agobio, vivir con tu paraguas negro abierto entre paraguas negros abiertos pegados.
Aquí Bildu y el nacionalismo con sus sacristanes sanchistas los amos del religare, todo muy pegajoso.
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